Continuación del libro Alicia en el país de las maravillas
Tras aquella merienda la cual su hermana le mando tras
llevarse mucho tiempo durmiendo, Alicia pensó si eso había sido solo un sueño.
No acababa de explicárselo, parecía muy real, demasiado para ser solo un sueño.
Así que tras esas preguntas no resueltas decidió ir a la madriguera del conejo
la cual ella cayó, y desgraciadamente para ella no había ningún foso por el
cual ella se precipitó en aquel extraño sueño.
Al día siguiente, después de llevarse toda la noche pensando
en aquel maravilloso país, decidió volver a mirar, no fuese que hubiese otros
caminos los cuales ella no había mirado, por desgracia tampoco tuvo suerte
suerte. Al salir de la madriguera encontró unas pisadas de conejo bastante extrañas
para ser de un conejo normal, lo que hizo que Alicia empezase a buscar
alrededor por alrededor de donde había encontrado las pisadas, y si por fin
encontró al conejo, pero no era aquel conejo era uno bastante obeso, parecía
mas un perro que un conejo. Ese día y el siguiente Alicia estuvo muy
angustiada, ella estaba completamente segura de que eso no había sido un sueño.
Tras varios días de teorías las cuales no obtenía respuesta
decidió dejarlo todo a un lado, salió al jardín se tumbo en la orilla de la
ribera del río Támesis, tras estar tumbada toda la tarde allí, después de
fallar su teoría más probable decidió por fin abandonar, y en el momento que el
que desencamino la andada, le pareció pisar un bulto en medio de todo el campo,
algo que le pareció muy extraño. Después de haber sentido tal bulto, cavo en
aquel lugar y encontró un botón el cual ella no sabía para que servía.
-servirá para poner en marcha lo que riega el césped –
dijose Alicia a ella misma.
Al poco tiempo de estar sentada en el sillón de su casa,
cayo en la cuenta de que aquel botón podría abrir ese gran agujero que se
situaba en la madriguera del conejo, la cual era la entrada al mundo de las
maravillas. Dicho y hecho fue lo más rápido que pudo hacia la madriguera y por
fin consiguió abrir aquel foso de manera muy extraña.
¿Y si cuando saltó no hay nada abajo? – se preguntó Alicia –
a lo mejor los palos y hojas secas que había la otra vez estaban porque ellos
sabían que iba a bajar.
Alicia se quedo pensando un momento y al final decidió
saltar.
Ahora que lo pienso, el conejo blanco subió la otra vez – se
dijo Alicia, que era muy contradictoria – por lo cual a la hora de bajar
tendría que haber algo para que él no se hiciese daño.
Dicho y hecho se lanzó directa a aquel oscuro orificio. Un
cuarto de hora tardo en ver por fin aquel montón de palos y de hojas secas que
le harían protegerse del impacto. Pero el plan no le salió como ella esperaba,
el país de las maravillas no es lo que pareció ser aquella vez, además que los
guardias de la Reina de corazones le estaban allí esperando. Varias horas
después llegaron al palacio de la Reina. Alicia se encontró con la Reina la
cual le dijo:
-¿Te creías que te iba a olvidarme de aquel juicio?, ¡Yo
dije que te ejecutaran y desapareciste de repente! ¡Fuera de aquí, que le
corten la cabeza!
Los guardias hablaron con el verdugo y visto la hora que era
decidieron que la joven fuese ejecutado al día siguiente a primera hora. Lo que
causó que la llevaran al calabozo donde se encontraban todos los que conoció en
el antiguo viaje. El sombrerero, el lirón, la liebre de marzo, el conejo
blanco, incluso el gato de Cheshire. Más tarde Alicia cayo en la cuenta de que
Cheshire (que era como apodaba al gato) tenía poderes de desaparecer y
reaparecer a voluntad, lo cual Alicia y el resto de compañeros trazaron un plan
en plena noche.
Al día siguiente Alicia se encontraba andando hacía donde
sería su muerte. Alicia posó su cabeza en el tronco donde la decapitarían, el
verdugo pronunció unas palabras a Alicia antes de que se recogiese el pelo. El
verdugo levanto el hacha y lo lanzó a la cabeza de la Reina sin darle. La Reina
no comprendía lo que ocurría, y la solución era que el sombrerero se hizo pasar
por verdugo, mientras que el gato estaba abriendo las celdas para que los demás
pudiesen escapar. El gato pudo salir de su celda porque, aparte de poder
desaparecer y reaparecer, también podía teletransportarse unos cuantos metros
de distancia. Todos salieron ilesos de allí Alicia la que más. Una vez llegados
a la guarida donde se esconderían todos, Alicia preguntó que quien fue la que
le llevo a su mundo la otra vez.
-¡Yo! – se escucho una voz inimitable, era Cheshire – fui yo
te vi en peligro y decidí llevarte de vuelta a tu mundo.
Alicia se le agradeció a todos, y ellos también a Alicia por
hacer que fuesen de nuevo una gran familia. Alicia se despidió y volvió a su
mundo, llevada por Cheshire por supuesto. Y al llegar a su mundo le dijo a él:
-¡Cheshire, espera! Si alguna vez tenéis problema con la
Reina no dudes en avisarme ¿de acuerdo?
-¡De acuerdo! – contestó el gato con gran vocerío
Y transparentándose poco a poco desapareció. Alicia estaba
muy feliz de saber que el país de las maravillas existía de verdad. Así que muy
contenta volvió a casa y fue a contárselo a su hermana, la cual creía que era
imaginación suya. Alicia la ignoró y siguió viviendo feliz por el resto de los
días, haciendo cada fin de semana una visita a ese hermoso lugar llamado El
País de las Maravillas.
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