miércoles, 4 de diciembre de 2013

Continuación del libro "Zonas Interiores"

Sagrario se acomodo en su casa y con la ayuda de Alejandra pudo descansar tras el parto. Mientras Regina se dirigía a casa de esta para ayudar.

De camino se chocó con un joven de su edad se pidieron disculpas. y siguieron su camino. Al llegar se pusieron manos a la obra para las necesidades de Sagrario.

Regina le contó lo sucedido a Alejandra y esta le explicó que era su primo Alberto. Un Atrevido deportista leal y la última característica fue "Soltero". Al escuchar esto Regina se emocionó ya que no tenía pareja y el podría serlo.

Unos días más tarde Regina y Alberto quedaron en una cafetería para conocerse.

-Alberto.

-Sí soy yo. ¿Tú eres Regina, nó?

-Sí.

Tras unas horas de conversación llegó la despedida de la que la joven quería huir. Descubrió muchas cosas de este personaje como que era escalador al igual que ella , etc.

Pasaron semanas y semanas, hasta meses, de citas y llegó la hora de la confirmación de la relación.

-Hola Regi.

-Hola- Sonrió.

-Tengo una duda de nuestro rollo

-Así, haber cuáles.

-¿Vamos enserio? Porque desearía saberlo.

-Yo pienso que sí ¿no?

-Yo, yo, YO TE AMO, eres el amor de mi vida y pienso que si esto no ha sido una relación e sido tonto al creerlo ...

Antes de terminar la oración Regina se levanto y le beso con tal pasión que pensaban que estaban en otra galaxia o mundo.

La isla del tesoro.

Al volver a Irlanda empecé a redactar cada hechos que habían sucedido en aquella trágica y exitosa aventura. Pero desconocía el origen de todo, por qué Flint decidió esconder sus riquezas, cómo llegó el mapa al poder de Billy... Todo era misterioso y sombrío. Así pues emprendí una búsqueda minuciosa de información. Pasados incontables meses por fin descubrí todo lo que había ocurrido.

Flint era un pirata ambicioso, sanginario, obsesivo y más que un poco demente. Dedicó toda su vida a la caza de tesoros. Hasta que de repente se cansó de su estilo de vida y lo empezó a hacer todo a la inversa. Encontró una buena goleta, el Walrus, y organizó una tripulación cuyos dirigentes eran él como capitán, Billy Bones, segundo de a bordo; Jonh Silver, contramaestre; y Israel Hands, astillero. Entre ellos también estaban Pew, Perro-Negro, Ben Gunn y Allardyce.

-¡Todos a bordo!- Exclamó Flint.
- Es todo un placer ser su segundo.- Contestó Billy con emoción.- No se descepcionará de mi trabajo.

Ya estaban todos en cubierta, y listos para empezar. El viaje emprendió. Varias noches frías quedaban por pasar, pero se hacían más leves con las constantes rondas de ron y grog que se servían y las canciones inevntadas como:
Quince Hombres van en el Cofre del Muerto.
¡Ron, ron, ron! Una botella de ron.

Al anochecer, el vigilante alzó la voz con solo una única palabra:

-¡Tierra!¡Tierra!

Todos se apresusaron para ver la majestuosa isla que se escondía bajo la niebla del ocaso. A la salida del alba se disipó la nublina y seis piratas bajaron a tierra transportando 20 kilos de riquezas. Flint, Allardyce, Ben, Liam, Cullen y Aidan fueron los que bajaron a tierra y nuevo se quedaron en el barco.

Tras enterrar el tesoro, Flint asesinó a los que le ayudaron, menos a Ben que consiguió escapar y ocultarse en la isla. El cuerpo de Allardyce fue utilizado como pista para encontrar el cofre.

 A las cabo de dos semanas se vio por primera vez un movimiento desde la tierra al navío. Se acercaba un bote, pero muy lentamente. Cuando ya estaba a cierta distancia Pew vio que solo volvía Flint.

Al llegar todos corrienron hacia su capitán:

- ¿Dónde están los demás?
- Ya no existen.- Contestó Flint serio.

El viaje fue un verdadero infierno, ya no había copas de ron ni canciones piratas. Flint se volvió en un demente a quien nadie era capaz de desafiar, pues los tres que lo intentaron dos acabaron cojos y otro ciego.

Al llegar al puerto, Flint le entregó el mapa diseñado por él a Billy.

-Billy deposito total confianza en ti, te entrego esto. He de hacer un último viaje y no uno cualquiera, uno eterno. Ve a un lugar escondido y alejado donde nadie pueda encontrar el mapa. Por último, <<¡Piezas de a ocho!>>, que no se te olvide.

Billy no pidió explicaciones, permaneció callado y buscó ese lugar alejado, que no iba a ser otro que mi taberna, Almirante Benbow.




Morirás en Chafarinas. Continuación

     La oscuridad invadía por completo mi visión, pero al fin logré divisar en lo profundo de la niebla una misteriosa sombra. Me resultaba un tanto familiar, o tal vez no. Esa noche era exactamente como la última que viví en Chafarinas. Nada parecía lo que en realidad era. De repente un timbrazo en el oído logró despertarme. Fui a contestar.

     -Amigo Jaime abre. Hassán aquí de nuevo.
No podía creerlo. Estaba anonadado. Llevaba siglos sin oír esa voz,y me alegraba completamente poder hablar de nuevo con él.

     -¿Jaime?...¿Tú estar ahí?
     -...Sí... Sí... Estoy aquí. ¡Cuánto tiempo Hassán! 
     -Abre, Hassán tener que contarte muchas cosas.

Salí pitando a abrirle, le invité a tomar algo,y me contó todo.

     -¿Tú recordar Lavandería Moderna?- Preguntó Hassán con tono serio-.
     -Claro... ¿Por qué lo dices?
     -Mi hermano trabajar antes allí. Él Said. 
Inmediatamente relacioné parecidos y continué.
     
     -¿Said era hermano tuyo?
     -Sí, pero él morir un jueves en Lavandería. Yo descubrir todo, y quedarme con todo también.- Explicó Hassán sin mucha pena y con cierto toque de picardía-.
     -¿Quedarte con todo?
     -Sí, en Lavandería Moderna haber mucho dinero escondido. Yo comprar Ferrari con él y muchas más cosas.

Ahora todo encajaba. Contreras y Gayarre escondían el dinero en algún lugar de la Lavandería para que nadie sospechara nada. Al no volver ninguno, Hassán se había apoderado de todo, y como premio se ganó ese lujoso Ferrari. 

     -Yo aquí para proponerte cosa.- Continuó Hassán con su peculiar acento-.
     -Dime. Te escucho.
     -Yo tener mucho dinero. ¿Tú querer venir conmigo a Ibiza? Allí mucha fiesta me han dicho. Buen lugar para gastar dinero. ¿Tú qué responder?

No podía creerlo. Debería haber respondido negativamente. Ahora estoy aquí
con Hassán y unos colegas viviendo la vida loca. Me ha venido bien un cambio radical, aunque creo que me mudaré pronto a Barcelona. A pesar de todo sigo queriendo descubrir qué pasó con Cidraque, y pienso que allí podré conseguirlo.
     
















Continuación Alicia en el País de las Maravillas

Alicia fue a merendar como su hermana le dijo. El día continuó y acabó siendo como otro cualquiera. Durante años, Alicia llevó una vida feliz hasta que, cuatro años después, las brasas de la chimenea incendiaron una cortina del salón de su casa. Alicia, que había salido al jardín, observó como ardía su casa, con su familia aún en el interior. Sólo se puedo salvar un pequeño osito chamuscado que protegió con su vida. Se vió obligada a hospedarse en el orfanato, mayoritariamente obligada por la ley, pero el trágico accidente la marcó de por vida. Se sentía culpable por lo sucedido, y de una forma u otra, sus remordimientos siempre acababan manifestándose de la misma forma.

En el psicólogo, Alicia narraba las numerosas visitas a su país imaginario, llegando a tal punto que pasó a ser parte de su vida cotidiana. Para ella, existían dos realidades: el país de las maravillas y el mundo real. Cuantas más veces visitaba el país en sus sueños, mejor conocía a sus criaturas y habitantes. Entre todas sus visitas, destaca una en la que Alicia recuerda haber sido ejecutada. Esta historia, como la mayoría que contaba Alicia, estremecía a los psicólogos, que ya se habían dado por vencidos con su caso.

Alicia abrió los ojos en medio de un bosque, cosa normal porque cada vez que despertaba, se encontraba en un lugar diferente. Gracias al tiempo y la experiencia, pudo reconocer el bosque. Se trataba ni más ni menos que el bosque en el que se encontraba la mesa del té del sombrerero y la liebre. En todos esos cuatro años, siempre los había encontrado allí, en la misma postura, esperando a que Alicia llegara. Durante ese tiempo, forjaron una amistad "un tanto peculiar". El sombrerero era un hombre bajito, más bien cabezón con pelo corto cubierto por un sombrero más grande que la propia Alicia. Muchos decían que estaba loco. Él, por lo contrario, afirmaba que estaba perfectamente sano. La liebre de mayo siempre acompañaba al sombrerero. Hicieron las paces con el Tiempo, quien con anterioridad les obligó a no poder avanzar de la hora del té. Aun así, continúan en ese estado, según ellos, por amor al té. Para sorpresa de Alicia, éstos no estaban en su mesa, como normalmente deberían.

Alicia sabía que ocurría algo, por lo que preguntó al gato de Cheshire, a quien cogió un gran cariño porque le recordaba a su difunta gata Dina. Éste siempre la intenta ayudar, más indirectamente que directamente. Aun así, no le desea mal alguno a Alicia. En efecto, el gato estaba allí, tan risueño como el primer día.

- ¿Sabes donde están este par? - dijo Alicia, refiriéndose al sombrerero y a la liebre
- Donde todos los demás - respondió el gato, aún sin haberse hecho visible del todo
- ¿Y dónde es eso?
- En el tribunal
- ¿Ha ocurrido algo?

Pero el gato ya había desaparecido. A Alicia no le quedaba más remedio que dirigirse al castillo.

Por el camino, pasó por las casas de varios conocidos: el conejo blanco, la duquesa, incluso la seta de la lombriz, pero ni una sola alma en esos lugares.

Al llegar, Alicia encontró a todo el mundo alrededor de la reina, quien, nada mas verla, gritó:

- ¡Ahí está! ¡Atrápenla! ¡Que le corten la cabeza!

Y en efecto, el tiempo no le afectó en nada a la reina. Seguía aplicando la sentencia de muerte muy a la ligera. Lo que Alicia no se esperaba es que, al contrario que otras veces, le hicieron caso. Los naipes, soldados de la reina, aprisionaron a Alicia y la ataron de manos y pies. Ella estaba confundida, pensando qué hizo mal. Tras un rato, decidió preguntar:

- ¿A qué se debe esta bienvenida?
- ¡Calla, criminal! - gritó uno de los soldados que la mantenían cautiva
- ¡Se te culpa de robo a la casa real, insolente! - respondió la reina, haciendo callar a todos los demás
- Pero acabo de... - intentó objetar Alicia
- ¡Silencio!

Alicia fue arrastrada en contra de su voluntad al estrado, en el que le obligaron a declarar.

- Acabo de llegar, lo juro - intentó excusarse Alicia
- ¡Mentira! ¡Yo la vi corretear con algo en las manos hace un rato! - testificó un gorrión un poco más pequeño que Alicia
- Señor gorrión, cuentenos lo que vio - mandó el rey, intentando apaciguar a todos
- Cuando salí de mi casa, a eso de las 9 de la mañana - comenzó a declarar, mirando su reloj de bolsillo - vi a Alicia dirigirse hacia este mismo castillo. Parecía tener mucha prisa, por lo que desistí de interponerme. Después, la volví a ver recorriendo el camino inverso, con algo brillante en las manos aunque no pude identificar de qué se trataba.
- ¡Mi collar! - gritó la reina
- Puede - contestó el gorrión
- ¡No tienen pruebas! - se defendió Alicia
- Ciertamente, yo también la vi por la mañana. - salió el conejo blanco al paso - Como muchos saben, soy el consejero de su majestad... - alardeó el conejo - Siempre estoy muy ocupado en el castillo, realizando tareas que no comprenderían. Pues, a eso de las 10, vi a Alicia entrar al castillo. Como cualquiera supondría, pensé que no podría hacer nada malo, así que le permití pasar. Cierto es que no la vi salir, pero el testimonio del gorrión corrobora que robó el collar de su majestad y, acto seguido, salió corriendo con él.
- Os estoy intentando decir que...
- ¡Silencio!

El juicio duró varios días, teniendo cada habitante un testimonio que agravaba aún mas la situación de Alicia. Ella desistió negarse, por que, de todas formas, nadie le haría caso. Cuando el último testigo finalizó, la reina y el rey se juntaron y cuchichearon algo inentendible. Tras la finalización del corro, Alicia fue llevada a la guillotina, la cual extrañamente nunca se había usado. Antes de que cayera la hoja, Alicia cerró los ojos.

Cuando los abrió, se encontraba en el orfanato, tal y como todos los días. Extrañamente, en el siguiente sueñó que Alicia tuvo, nadie recordaba nada sobre el incidente.

Los relatos, 1. Orientación de los gatos.

Me quedé perplejo, todos mis esquemas estaban rotos. Alana, mi Alana, la que yo ahora creía conocer, ya no era más que la antigua Alana, alguien a la que yo no consigo comprender. Tomamos un café en la plaza, algo que solíamos hacer. Charlábamos y reíamos, pero yo me encontraba solo, en una mar sin horizonte. La miraba perplejo, sin saber lo que ella veía. Sin saber ciertamente nada de ella. Llegamos a casa. Ahí estaba Osiris en la puerta, examinándonos, quieto y silencioso. Alana lo cogió mientras yo iba al baño. Me lavé la cara y me estudié en el espejo, vacío. Salí, miré a Alana. Estaba loco por ella. La observé, y me respondió la mirada con una sonrisa de satisfacción. Ella iba más allá de lo inalcanzable, ¿qué observaba en mi? Sus ojos mostraban el espacio y yo no era capaz ni de encontrar un pequeño planeta. No era capaz de resolver el puzzle, su puzzle, único, especial y aterrador. No podía dormir, me levanté y me acerqué a ella. Contemplándole, intentando de penetrar mi mirada en su mente, en ella al completo. Y nada no hubo ni una pieza. Salí a la cocina y me eché un vaso de whisky, a mi lado Osiris analizándome. Igual que Alana. ¿Cómo iba a ser capaz de descifrar a Alana, cuando ni si quiera era capaz de aclararme sobre un pequeño gato?

Allí estaba yo, paralizado, en la cocina. En mi mano derecha un cigarro consumiéndose lentamente. En la izquierda un vaso de whisky. El hielo ya estaba casi derretido. Me encontraba con la mirada perdida en algún punto de la pared. Pasaban los minutos y yo seguía allí, con mi vaso. Fui a recargarlo, pero ya no quedaba nada en la botella. Me sentí estúpido. Empecé a buscar algún frasco repleto de cualquier líquido alcohólico que calmara mi sed. No encontré nada. Resignado tuve que coger y echarme un poco de coca-cola de la barata (me repugnaba su sabor). Fui a por otro cigarrillo, pero ya no quedaba ninguno más en la caja de Chester. Salí de la cocina con mi vaso repleto de coca-cola en la mano izquierda. Me senté en la mesa del salón, y de repente me vino un bonito recuerdo a la mente. Nuestra primera cita, nuestra primera noche. Habíamos sido amigos durante más de tres años, y en aquel crepúsculo todo cambió.

Salimos a la calle a dar una vuelta. Ella iba con un precioso vestido negro de tirantes con vuelo suelto. Y yo iba... sinceramente no me acuerdo. Lo importante de esa noche no era yo, era Alana. Fuimos de bar en bar tomando tapitas y bebiendo cervezas. Nos encontramos con uno de los años ochenta con música en directo y decidimos entrar allí. Estuvimos dos horas, y cuando acabó el concierto nos fuimos a mi casa. Nos sentamos uno en frente del otro divididos por la gran mesa de madera del salón. Sobre ella una botella de Jack Daniels y una baraja de cartas.

- Quien pierda bebe. - Dijo Alana con una sonrisa picarona y con el puntito tomado.

- Pues tendré que dejarte ganar jajaja. - Contesté yo de igual modo.

Me miró y empezó a repartir las cartas. Las horas pasaron, la botella estaba vacía y los dos estábamos muy bebidos. Se sentó en la mesa y tiró las cartas, la botella y los vasos. Me coloqué junto a ella. Mis ojos fijos en sus labios, los suyos en los míos. Cada vez más cerca, mucho más cerca. Su respiración sobre mi cara. Cada vez más cerca. Nuestros labios se rozaban... Lo que pasó a partir de ahí solo ella, la mesa, el tiempo y yo lo sabíamos. Las horas pasaron y nos juraron guardar el secreto.

Ya había amanecido cuando decidimos dormirnos. El Sol nos daba en la cara. Mientras ella dormía plácidamente en la cama yo me levanté, cerré la cortina y me quedé mirándole. Era hermosa, en aquel preciso momento me lo pareció muchísimo más.

- Miauuuuuuu. - Maulló Osiris despertándome de aquel mágico recuerdo.

Lágrimas caían sobre mi cara. En aquellos momentos no me daba cuenta de todo aquel tesoro escondido que ella poseía. Las lágrimas caían sin cesar. Estaba borracho. Fui al cuarto y me quedé observándole. Le acaricié el pelo con mi mano izquierda, y poco después salí de la sala. Que asquerosa estaba aquella coca-cola que sobre mi vaso yacía ahora caliente.

- ¿Después de tanto tiempo como no consigo conocerte? - Me repetía incesantemente una y otra vez.

Las lágrimas seguían cayendo sobre mis mejillas.

- Eres imposible, eres mágica. Me estás enloqueciendo. ¿Cómo puedes hacerme esto? Con todo lo que yo te quiero. No tienes derecho a ser así. ¿Por qué no te muestras, eh? - Tiré con rabia el vaso al suelo. Sentía como mi cuerpo ardía de odio, locura y coraje. - Si yo ardo tu arderás conmigo.

Rompí las cortinas y las eché sobre la gran mesa del salón. Abrí el gas de la cocina. Desde la puerta empecé a arrojar cerillas de un lado a otro. Las cortinas empezaron a arder, y poco después la mesa. La cocina impregnada del gas también empezó a arder. Salí de la casa cerrando la puerta con llave. Osiris empezó a maullar. Las llamas se veían desde las rendijas de la puerta. Alana gritaba sin cesar con angustia y desolación. Los gritos eran aterradores. Desde el otro lado de la puerta la escuchaba toser y llorar. No paraba de gritar era horrible. De pronto un pequeño golpe, y poco después, silencio.

- ¡¿Qué he hecho?! - Me grité a mi mismo.

Abrí la puerta, y en el suelo me encontré a Alana tumbada y con fuego en las piernas. Me agaché para cogerla pero en ese instante cayó del techo una barra de madera ardiendo sobre mi espalda. De repente me vino a la mente todos los recuerdos con Alana, todo lo que había llegado a saber de ella. Todo.

- Perdón. Siempre he sabido como eras. Yo tenía todas las piezas de tu puzzle, pero yo mismo cerraba los ojos para no verlas. Ahora he roto el rompecabezas. La maravilla más perfecta. Tú. - Conseguí decirle entre tos y desolación a Alana en el oído. A la vez, una lágrima caía por mi cara. Y la vida se me iba.

Allí estábamos los dos ardiendo, mi mano izquierda agarrando la suya, negándose a soltarla.

"Morirás en Chafarinas, Reencuentro"

La noche está asomándose. De repente, un timbrazo me saca de golpe de mis pensamientos. Voy a comprobar quién ha llamado a la puerta. Me acerco poco a poco a la mirilla. Mi cerebro no da crédito a lo que mis ojos ven: un muchacho de treinta y pocos años, de pelo ondulado y castaño claro, ojos color miel y una sonrisa bastante peculiar... ¿Cidraque? No. Ese hombre cojea del pie izquierdo. Además, es muy improbable que sobreviviese; la granada quedó bastante cerca de él. Con algo de miedo, me aventuro a preguntar:

- ¿Quién es?

- ¡Venga tío! ¿En serio que no me reconoces? - al ver que yo no le respondo, prosigue - ¡Soy Cidraque, hombre! 

Mi corazón se ha parado de improviso. Tengo una expresión indescifrable en el rostro y no me creo nada de esto. No podía ser él. Él no...

- Jaime, ¿no vas a abrirle a un viejo amigo? Encima que te he hecho un regalo... 

Deja de hablar cuando le abro la puerta. Sin comerlo ni beberlo, lo abrazo fuertemente, con algunas lágrimas por las mejillas. Creo que no correspondió a mi gesto al instante; había logrado sorprenderle. 

- ¿Dónde te has metido estos siete años? - pregunto ilusionado.

Aún sigo sin comprender por qué motivo estoy tan emocionado. Bueno, a veces actúo sin pensar.

- Verás... Es muy largo de contar...

- Toma asiento y cuéntamelo con pelos y señales. - le interrumpo; estoy deseoso de conocer su historia.

Nos hemos sentado en el sofá. Lo miro fijamente, no pestañeo, ni respiro. Ahora soy todo oídos y hasta que no acabe el relato no procederé a hacer nada más. 

- ¿Recuerdas cuando estábamos en la mili, jugando a ser detectives? - tras esbozar una última sonrisa, su rostro se torna serio, como si contase un cuento de terror digno de Edgar Allan Poe. 

- No me agrada pensar en ello, y mucho menos contarlo - continua -. Pero, en fin, es lo que hay.


**OPCIONAL: Si es apetecible, se puede poner esta banda sonora que ambienta un poco la historia. Gracias: http://www.youtube.com/watch?v=nu29m-CXOOY**


  » Cuando presenciamos la obtención del maletín, por parte de Contreras, yo estaba en una colina subido. Allí lo veía todo con mejor perspectiva. Bereci y yo estábamos atónitos. Aunque ese sentimiento pasó de ser curiosidad a miedo; vi la embarcación estrellarse contra la colina. Todo se estremeció mientras la hierba ardía y los escombros ascendían a toda velocidad hacia nosotros. El corazón me latía con fuerza y muy rápido. Comencé a correr por la ladera arrastrando al vasco, que estaba completamente paralizado por el terror. Le gritaba, pero él ni se inmutaba. Sin querer, me tropecé y los dos rodamos hasta la playa. Creo que el cayó unos metros más allá de donde yo aterricé. Estaba inconsciente. Pero, al acercarme al él, esa idea cambió. Le cogí la cara para intentar reanimarlo. Le abrí los párpados y me encontré con los ojos de un muerto. Algunas lágrimas se me escaparon. Lo deposité con delicadeza sobre la arena y me largué de allí, incrédulo. Me dirigía hacia ninguna parte.

La desesperación y el temor me hicieron gritar. Escuché un disparo detrás de mí que, por suerte, no me dio. Al girarme, me percaté de la identidad del tirador: Contreras. Me apuntaba a la cabeza. Él también había sido alcanzado por la explosión. Su uniforme estaba sucio y rasgado, apretaba los dientes y tenía los ojos inyectados en sangre. Sin quitar el arma de su posición se acercó a mí. Yo no me atrevía a moverme; cualquier movimiento sería la diferencia entre la vida y la muerte. Me golpeó la espinilla e, irremediablemente, caí al suelo. Alcé la vista hacia él. Me volvió a patear, esta vez en la cara, partiéndome la nariz. 

- Te dije que dejaras el caso... ¡Imbécil! - me insultó mientras me pegaba de nuevo - ¡Creía que no me defraudarías...! No me esperaba esto de ti - tras una pausa añadió -. Has visto demasiado, así que ahora me veo obligado a matarte; no quiero que esto salga a la luz. Lo siento, Cidraque.

Sabía lo que iba a pasar: el desgraciado apretaría el gatillo. Cerré los ojos esperando a que la Muerte me acogiera en su seno. Sonaron un pequeño estruendo y un grito agónico, ahogado por un llanto. Eso tenía una explicación razonable; la bala no me había acertado a mí. Cuando visualicé la escena, estaba León, desangrado con un agujero en el cuello. Cogí la pistola del cadáver y, sin dudarlo dos veces, descargué todas las balas sobre el capitán, antes de que lo hiciese él. Sentí náuseas al ver el resultado del tiroteo: la cara desfigurada con varios orificios y un ojo fuera de su lugar. Rodó hasta mi pie. Sin razonar, lo cogí y lo lancé lejos; la furia me devoraba por dentro.

Agarré el maletín con la droga y huí hasta el pasadizo. Allí me topé contigo y, debido a tu insensatez y a la tensión del momento, arrojaste la granada. No cayó muy cerca de mí, por lo que los daños fueron mínimos. Caminé con esfuerzo para reencontrarte pero, tras intentar hacerte entrar en razón, me rechazaste y repetiste la acción. Esta vez, sí sufrí más. La onda expansiva me alcanzó, llevándome lejos junto a muchos despojos. Estuve inconsciente durante unos segundos muy valiosos. Cuando recobré el sentido, estaba tirado entre muchos escombros. Me clavaba rocas en la espalda y en los codos, pero no era eso lo que me dolía tanto. Dirigí mi vista hacia mi pie izquierdo, totalmente atrapado. Una enorme piedra estaba casi aplastándolo. Tiré de él, pero no había manera de sacarlo de ahí. El pavor extremo se apoderó de mí cuando advertí que el túnel estaba siendo inundado por el agua del mar. Me revolví, chillé, me dejé las cuerdas vocales. Traté de retirarme de esa zona pero no podía. Aquello era una muerte segura... A no ser que me atreviese a cometer una atrocidad que me acompañaría por siempre. Me armé de valor y tomé entre mis manos un peñasco afilado. Me quité la camisa e hice un torniquete entorno a mi pierna. En ese instante era un cautivo de la inseguridad, pero el agua empezaba a alcanzarme; era sacrificar un pie o sacrificar la vida. Comencé a golpearme el tobillo con fuerza, mientras gemía y lloraba. Cuando pude rescatarlo, el líquido ahogaba mi boca, impidiéndome respirar.

Con una fuerza y esfuerzo sobrenaturales, me puse en pie y corrí, estando cojo, hacia donde creía que estaba la salida. Seguro que tuve más tiempo para escapar que tú, Jaime, pues los pedruscos habían formado un dique, dejándome una posibilidad entre mil de escapar. Llegué a la escalera y, casi en la cima, una ola gigante me arrasó. Lo único que creo recordar antes de despertar milagrosamente en una choza, es que estaba tendido en la playa, rodeado de agua, lleno de cortes y heridas mortales.

Mis salvadores fueron unos contrabandistas que, por el maletín, me permitieron seguir con vida. Estuve casi siete años con ellos, traficando droga de aquí para allá, pero eso es confidencial. Con el dinero que gané te compré ese Ferrari. Espero que eso sea un obsequio para que me perdones por no haber podido hacerte saber de mi existencia durante tanto tiempo.»


Yo sigo con mi estúpido llanto. Mi amigo se había salvado. Era un traficante de drogas pero, me da igual. Lo perdono... Lo perdono porque la amistad está por encima de todo eso.

- ¿Ya has dejado el negocio de la droga?

- Sí, gasté todos los ahorros en el coche. Y en un pequeño "caprichito"... - comenta Cidraque.

- ¿Qué "caprichito" es? - pregunto, siguiéndole el juego.

- Mañana a las 10, te espero en la Plaza con tu Ferrari... ¡Nos vamos a Las Vegas!


FIN 

LOS TRES MOSQUETEROS


    Pocos días después, y siendo ya d'Artagnan teniente de los mosqueteros, le llegó la noticia de que el Señor Bonancieux no había regresado a su casa desde la semana anterior.

    Decidió ir a investigar lo sucedido. Preguntó a todos sus vecinos, pero ninguno le pudo aportar idea alguna sobre su paradero. Cuando el joven iba de vuelta a casa, se encontró con una anciana que se hospedaba en la posada de Bonancieux.

  - Buena mujer, ¿sabría decirme dónde está el casero?

  - La verdad es que no lo sé. Salió hará una semana para hablar con el cardenal y aún no ha regresado- respondió la señora.

  - ¡Ajá! ¡Así que el pobre hombre fue a hablar con Richelieu! De ésta, seguro, no saldrá bien parado. Gracias por la información y disculpe las molestias que le haya podido causar.

    D'Artagnan montó en su caballo y se dirigió a casa de Athos. Allí estaban Porthos y Aramis, a quienes les contó lo que había descubierto.

  - ¡Seguro que el cardenal lo ha metido en prisión!- exclamó Porthos.

  - No debemos sacar conclusiones precipitadas. Aún no conocemos, ni siquiera, la causa por la que Bonancieux fue a ver a Su Eminencia- respondió Athos.

  - Pero ¡lo vamos a averiguar! Quizás, mi casero no sea la persona más agradable del mundo, sin embargo, no puedo dejar que muera o pesará, para siempre, sobre mi conciencia.

     Después de descansar y tomar unos tragos de vino, los mosqueteros se dirigieron a hacer una visita al cardenal. Aunque parezca extraño, fue como si les estuviera esperando. Durante un buen rato, intentaron que Su Eminencia les dijera algo sobre el paradero de Bonancieux, pero fue en vano.

    Los cuatro amigos descubrieron que, por una vez y por muy raro que pareciese, Richelieu no tenía nada que ver con el suceso. Era cierto que el casero había acudido a hablar con él, pero, poco tiempo después, había abandonado el palacio.

    D'Artagnan hizo todo lo posible para encontrar al Sr. Bonancieux, aunque no lo logró. Unos piensan que el cardenal mintió, otros que fue a buscar a su esposa desaparecida y otros que, incluso, había huido del país porque tenía cierta marca en el hombro. Por desgracia, nunca lo podremos saber.

 


Incredulidad

Nota: Me encantaría que para leerlo se pusiera la banda sonora para ambientar así el relato. Se puede elegir, las dos primeras son mas cortas. Muchas gracias.

http://www.youtube.com/watch?v=co3FvjoQr0w

http://www.youtube.com/watch?v=vEF6HO9wXuQ

Estas dos que voy duran por los menos una hora cada vídeo:

http://www.youtube.com/watch?v=Edo10vK2jyc

http://www.youtube.com/watch?v=zHI2MgASRXQ



                                                                *  *  *                      



- ¿De donde dices que vienes?- Preguntó tía Ema, extrañada por las palabras que habían salido de la boca de Dorotea.

- Del país de Oz, un farsante que gobernaba todo aquel extraño lugar. Allí tuve el apoyo de muchos de los habitantes, pero sobre todo de mis amigos el espantapájaros, el leñador de hojalata y el león cobarde...

Dorotea se había parado en seco cuando vio la cara pálida de su tía. La miró, su cara tenía muchas arrujas. Sus ojos azules como el mar resaltaban entre los cabellos morenos de la mujer. Su tía era una mujer agradable y muy trabajadora. Normalmente, en sus ratos libres, solía leerle unos cuentos a Dorotea. Su tía tenía mucha imaginación, ella le decía a Dorotea que la imaginación es lo único que hacer a una persona libre sean cuales sean sus circunstancias. Miró hacia sus luceros y... sí, allí estaba la incredulidad de de la mujer sobre lo que ella le estaba contando. De repente sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas y supo que no podría contenerlas por mucho tiempo. Así que le dijo a su tía que estaba muy cansada, que no la molestasen, que iba a dormir un tiempo.

Una vez en su cuarto Dorotea no pudo contenerse y sus lágrimas arrasaron por su rostro. Cuando oyó a su tíos hablando cesó. Agudizando el oído pudo oír su conversación:

 - Enrique tengo que hablar contigo de Dorotea. Ha llegado corriendo y diciendo barbaridades sobre un lugar llamado Oz. Estoy preocupada, puede que tenga fiebre u otra enfermedad... no se pero estoy preocupada...- llegó a escuchar la niña.

- ¿Y que quieres que hagamos? No tenemos dinero para pagar a un medico ni subvencionarle ningún tipo de medicina- respondió con resignación Enrique.

- Voy a ir a verla, quizás ahora está mejor.

En cuanto oyó aquello, muy rápidamente, Dorotea se puso en su cama, se quitó los zapatos y se hizo la dormida. Tía Ema abrió lentamente la puerta para ver si la pequeña estaba descansando. Pudo ver su carita con una expresión de placidez total. Aunque se percató de que una pequeña lágrima surcaba el pómulo de la niña.

"Se parece mucho a su madre." pensó Ema.

Su marido había vuelto a trabajar y ella no tenía nada que hacer. Repentinamente, se acordó de su infancia con la madre de su sobrina. Ella era 10 años mayor que Lily, por lo que todas las noches le leía un cuento para que se pudiera dormir.


"¿Por qué no hacer lo mismo con mi sobrina, para así rememorar antiguos recuerdos?" discurrió la mujer.

Por lo que cogió un libro, y sentándose en el borde de la cama empezó a leérselo. Dorotea que se seguía haciendo la dormida, terminó por sumirse en un profundo letargo.

De repente en sueños, Dorotea empezó a hablar y terminó por gritar corriendo por la casa.

- ¡Tranquilízate Dorotea, estas soñando! ¡Por favor, despierta!- sollozó su tía.

Llegó a poder tumbar a la niña. Esta estaba sudando sobre la cama y con la cara colorada. Ema al ver esta situación no pudo reprimir unas lágrimas y acordarse de como era todo, antes de que estuviera desaparecida casi tres semanas.


Cuando Ema se calmó, se fue a preparar la cena para cuando llegase su marido.

Enrique llegó maldiciendo por lo bajo, pues se le habían perdido tres ovejas del rebaño. Ema, se percató de que algo pasaba:


- Enrique ¿Qué te ha pasado esta vez?- preguntó Ema temiéndose la respuesta.

- Tres ovejas se me han ido... las fui a buscar  y... joder...- no pudo terminar la frase, pero ella ya se imaginaba el final trágico de los borregos.

- ¿Que pasó con la niñita?- intentó cambiar de tema su marido.

Al evocar lo que había pasado aquella noche con su sobrina,  perdió el equilibrio pero allí estaba su marido para cogerla antes de que el impacto llegase a producirse. Enrique la condució con sumo cuidado hasta el sofá para que pudiera explicarle la historia:

- Mi amor, yo creo que Dorotea se está volviendo loca... -afirmó Ema- ¿Que deberíamos de hacer? ¿Lidiar con ella hasta el postrero paroxismo, o entregarla al manicomio y que la seden hasta que muera?- dudó.

- ¿Quieres que te de mi opinión? Deberíamos llamar al dicho centro ahora, o en cuestión de horas Dorotea nos mirará con sus ojos acusadores de nuestra incredulidad, además se que sufrirás si la ves marchar y no quiero que eso suceda.- estimó su marido.

Tan rápido como terminó, fue hacia la cocina. Allí cogió un pequeño trapo y  echó dos gotas de cloroformo. Se dirigió al cuarto donde reposaba la niña y puso el trapito sobre su nariz. En el momento en el que la niña aspiró la sustancia, todos los músculos de su cuerpo se destensaron.

Mientras su marido adormecía a la chiquilla, ella llamó al manicomio. Les contó la aterradora historia que la niña les relataba:

- Inmediatamente les enviamos el vehículo, yo misma iré en el. Les ha atendido Isabelle.- respondió la muchacha.

Al rato llamaron a la puerta. Tío Enrique fue ha abrirla. Se encontró con una chica menuda, con un cutis sin arrugas. Unos ojos grandes y verdes que inspiraban una alegría inmensa y mucha complicidad. Su pelo era tan largo como las ramas cabizbajas de un sauce llorón y de un marrón chocolate precioso.

-Vengo en busca de Dorotea, tengo entendido que ya la han sedado ustedes.- dijo muy segura.

- Si, efectivamente.

-Bien, pues procedamos con el trasladamiento- dijo sin expresar sentimientos.

Era una chica muy segura de si misma. "Pero ha tenido que pasar mucho. Reflexionó Enrique", pues no muestra sentimiento alguno.

Cogieron a Dorotea con sumo cuidado y ya advertidos de lo que le pasó con su tía, le pusieron una casmiseta de fuerza.


 Cuando Dorotea se despertó se encontraba un poco mareada. Tenía enfrente suya a Isabelle.

- Hola Dorotea. ¿No sabes quien soy verdad?  Bien pues soy simplemente la bruja del Este. No me matastes en realidad, sino que me enviastes a otra dimensión, otro mundo, que dio la casualidad de que fue el tuyo.- Viendo la cara de miedo de Dorotea prosiguió.- No podemos arriesgarnos a que vayas contando a todo el mundo nuestra existencia. Aquí no podemos matarte, nos cerrarían el centro, pero tampoco podemos dejar que vivas sabiendo de nosotros. Solo nos queda una solución, te inyectaremos un ácido neural que te sumirá en un coma... permanente , a no ser que tu frágil cuerpo de niña no pueda soportarlo y mueras. ¿No crees que es una manera simple y discreta de poner fin a lo ocurrido? Adiós Dorotea...- dijo inyectándole el ácido neural.

                                                                *  *  *

Dorotea se encontraba ahora entre dos paredes. Se acercó a una. Podía escuchar una voz que decía:

"Vivir, Sentir, enamorarse, luchar..."

Sin embargo si se acercaba a la otra, podía ver a sus padres y abuelos y escuchar la misma voz diciendo:

"Morir, ser como el viento, como las estrellas, descubrir todo el universo, rendirse..."

Intentó pasar, pero no pudo, un campo de fuerza no le dejaba avanzar. Se quedó donde estaba y se acordó de Isabelle, ahora conocida como La Bruja del Este diciéndole: "Vamos a inyectarte un ácido neural que te sumirá en un coma... permanente".

                                                                 FIN

Continuación del libro: Maribel y la extraña familia.

Pasada una semana, Maribel, Marcelino, doña Paula y doña Matilde, decidieron volver a su casa de madrid.

Marcelino: ¿Has recogido ya todas tus cosas, Maribel?

Maribel: Sí, ya nos podemos ir.

Cuando llega el taxi cargan todas las maletas y se van a Madrid para preparar las cosas para la boda.

Doña Matilde: Toma Marcelino, esta es la lista de los que asistirán a la boda.

Marcelino: Muchas gracias.

Maribel y Marcelino un par de días después, cuando ya estaba todo preparado fueron para el pueblo de nuevo para casarse.

 Todo fue muy bien y empezaron con las reformas de la casa, no tuvieron niños, porque a Marcelino nunca le gustaron y vivieron en esa casa 60 años que murió Maribel a orillas del río como la antigua mujer de marcelino.

martes, 3 de diciembre de 2013

Continuación del libro "Memorias de una vaca"

         -- QUIÉN me iba a decir que Pauline Bernardette y yo llegaríamos a ser las mismísima subordinadas de Satán, y más extraño aún, quién me iba a decir que El Pesado era Satán:

Todo comenzó una tarde en la que me topé con un señor que decía haber visto un hombre extraño con ropas antiguas y un extraña cruz al revés que le colgaba del cuello reflejado en el riachuelo que se encontraba en el counvent, pero eso no era todo, también decía que le había preguntado por Pauline Bernardette y su vaca, yo. En ese mismo instante un escalofrío me recorrió todo el cuerpo, igual que el que me dio cuando estuve cerca de La Vache qui Rit por primera vez.

-- Hija mía, no deberías hacerle caso a este señor pues puede que esté un poco trastornado-- dijo El Pesado.-- Debo contárselo a Pauline Bernardette-- exclamé para mis adentros. Acto seguido corrí hacia el huerto de zanahorias, pero no estaba, fui a la biblioteca, pero allí tampoco estaba, busqué por todo el counvent pero no la encontraba por ningún lado.

--Puede que esté en el riachuelo, hija mía-- dijo  El Pesado.
Y sí, una vez más había dado con la clave.
-- ¡Pauline! ¿Sabes de lo que me he enterado?-- pregunté -- Sí --  respondió fría y sutilmente, con la mirada perdida en el fondo del sonoro riachuelo -- Era Satán, me ha revelado toda la verdad, tu no eres una vaca tonta, y ese tal pesado es el, que te ha estado poniendo pruebas para prepararte para el día del juicio, yo soy su mano derecha y he estado observándote todo este tiempo, y en efecto estas preparada para ofrecerle tus sevicios-- aclaró Pauline Bernardette-- Y por qué debería yo de creerme eso -- dije con pasotismo -- Observa la cruz al revés que tienes tatuada con sangre en tu lomo izquierdo, vaca asquerosa -- dijo mirándome con los ojos enrrojezidos-- ¡Oh, tienes razón! ¿Cómo ha aparecido? No me lo puedo creer, pero debe de ser verdad todo eso que estás diciendo como si no iba yo a tener ese tatuaje ahí.-- Dije finalmente.

No tuve otro remedio que rendirme ante la oposición de Pauline Bernardette. Pero cuando menos me lo esperé, en un abrir y cerrar de ojos estaba en una pequeña sala que había en un gran castillo, arrodillada ante él, Satán, no había duda, estaba a sus servicios.

-- Reconoces mi voz, hija mía-- dijo Satán haciéndose el interesante-- Sí, eres El Pesado sino me equivoco--dije sin dudarlo un segundo-- Jajajajaja, en efecto, ahora estás a mis servicios y tu único trabajo será cuidar mi guarida mientras yo combato en el día del juicio, si consigues mantenerla segura tendrás su correspondiente recompensa.-- dicho esto se marchó.

Allí estaba yo, sola en la pequeña sala del gran castillo, sin saber que hacer sin nadie que me de consejos, totalmente aburrida. En aquel mismo momento comencé a escribir y a retocar aquel pequeño episodio de esta segunda parte de mi historia.



lunes, 2 de diciembre de 2013

Canción de Navidad

Estrofa 6. Renovaciones:

           Después de perdonar a sus deudores, Ebenezer decidió cerrar, o mejor dicho, reemplazar su negocio por uno mucho más satisfactorio: Una casa de niños.
Pintó de colores llamativos todos los rincones de su oscura casa, fabricó camas de madera con los grandes portones para que los niños pudieran dormir allí y compró juguetes para que pudieran jugar mientras se alojaban. Contrató a su sobrino Fred para que ayudara en el lanzamiento y el cuidado de la casa de niños.

-Tío Ebenezer, está un poco anticuada la placa de la puerta, ¿no? ¡El bañado en oro parece casi bañado en ceniza de chimenea! -Dijo con un gesto desenfadado.
-Lo estaba pensando desde hace unos días, ¡Cómo se nota que somos familia, Freddy! jejeje. Tengo algo rondándome por la mente desde entonces... ¿Qué te parece si la limpiamos, fundimos la cubierta de oro y hacemos una placa nueva?
-¡Genial, tío! Pero tengo dos preguntas...
-Venga, Fred, ¡no seas quisquilloso!-Exclamó con humor
-Jajaja, escúchame tío, ¿Qué haremos con el oro fundido? Y la más importante... ¿cómo renombraremos el negocio?
-Hmmmm... déjame pensar. Me gustaría hacerle un obsequio a Bob... ¡Un anillo! ¿Te gusta la idea? Y para el nombre del negocio...
-¡Scroogy's childhood!
-Me reitero, ¡si es que somos familia! jajaja.
-¡Hecho! Scroogy's Childhood. Y lo de Bob, me parece genial, se lo merece después de tanto trabajo.

           Pasaron unos cuantos años y Scrooge no cabía en sí de la euforia, día tras día no paraba de recibir agradecimientos por parte de los niños de la cuidad y sobre todo de sus padres. Bob y Fred seguían trabajando para él, aunque Ebenezer estaba casi todo el día con los niños. Así siguieron treinta años, y cuarenta, y aunque pasaban generaciones, el espíritu de la navidad era constante.

jueves, 31 de octubre de 2013

Continuación de Alicia en el País de las Maravillas


Alicia en el País de las Maravillas

Cuando Alicia se fue a merendar (tal como le dijo su hermana), se puso a pensar en que quería que todo el mundo pudiese vivir esa maravillosa experiencia, que ella experimentó.

Años más tarde, cuando ya fue una adulta y formó una familia. Tuvo dos hijos, Amy y Theo, ellos siempre quisieron viajar a aquel País de las Maravillas. Alicia y su marido John, construyeron un parque temático, que representaba a la perfección a aquel extraordinario sueño.




Continuación del libro "Rebeldes"

Nunca sabría lo que habría pasado si no hubiéramos salvado a aquellos niños, si hubiéramos salido corriendo...

-- ¡¿Qué habría pasado!?-- grité atormentado.Necesitaba desahogarme.
--Pony, ¿qué coño estás haciendo? Duerme ya, Pony, estoy cansado, ya sabes, acabo de llegar de trabajar.-- Dijo Soda soñoliento.
No podía dejar de pensar en eso, no sabía que ocurriría a partir de ahora, que haría en aquellas tardes en las que jugábamos al fútbol en el descampado.No sabía.


A la mañana siguiente me desperté, era domingo y Soda y Darry no estaban allí.
Pegué un salto de la cama. Corrí hasta la cocina, me moría por comerme un pedazo de tarta de chocolate. Abrí el frigorífico, no había tarta, solo un par de huevos y dos cartones de leche, algo había pasado. Alertado observé que había una carta sobre la mesa, junto a ella una extraña carta, un paquete de cigarrillos y un gran fajo de billetes.Acto seguido cogí un cigarrillo, y con ansia empecé a fumar, observé la carta con determinación, en la parte delantera ponía "Soda y Darry, adiós" abrí la carta, leí en voz alta.


--Ponyboy, se que esta no es la mejor manera de que te enteres de esta terrible noticia. Nos hemos tomado la justicia por nuestra propia mano, se que estarías totalmente en desacuerdo con lo que vamos ha hacer, pero no pudimos quedarnos quietos; ahora mismo estará finalizando el juicio y nosotros llevamos unas bombas atadas en nuestro cuerpo, vamos ha hacerlas explotar cuando termine el juicio, todos los sucios socs morirán. Tendrás que dejar la escuela. Soda te ha conseguido un trabajo en la gasolinera, con Steve, habla con el y te enseñará lo que tienes que hacer, el dinero es para que compres comida para el primer mes, la casa la hemos terminado de pagar con nuestros ahorros. Ponyboy, es hora de que empieces tu nueva vida, sin nosotros, tú solo contra el mundo. Suerte. -- Tragué saliva, me vestí y cogí un taxi para los juzgados que pagaría con el dinero que había encima de la mesa.


De camino allí, escuché varias ambulancias, así que reflexioné , era imposible que ambos salieran vivos de aquella, lo mejor que podía hacer es desaparecer, y la manera más rápida de hacerlo era suicidarme, había perdido las ganas de vivir, nadie podía darme motivos para seguir viviendo.Solté un par de lagrimones y dije:
--Llévame al acantilado de Long Beach ,por favor.--
--Eso está bastante lejos, ¿estás seguro de tener dinero suficiente chaval?-- respondió el taxista
--Sí, llévame lo más pronto posible--
Acto seguido, pisó el acelerador y en media hora llegamos allí.


 Le dí todo el dinero que llevaba encima, y dije:
-- Tome, quédese con el cambio y váyase. -- Se fue.
Yo solo en la inmensa llanura que acababa con un escarpado acantilado lleno de rocas desgarradoras y puntiagudas. No me lo pensé dos veces, salté.




BLOG DE CONTINUACIONES DE LOS LIBROS. 'AXOLOTL'

Eran las dos de la madrugada cuando desperté sobresaltado en mi habitación, recordando aquella mañana de primavera en la que opté por  visitar un acuario en la ciudad de París y mi vida cambió para siempre. De eso hace ya demasiado tiempo, unos treinta años desde que aquel vigilante me despertó del sueño que tuve delante de aquellas hermosas criaturas, tanto me embrujaron que creí haberme convertido en uno de ellos a través de su mirada. A partir de aquel momento supe que mi destino estaba relacionado con los axolotl, y que dedicaría el resto de mi vida a ellos.
Por ese entonces era demasiado joven para lanzarme a la aventura, sin mencionar la desaprobación de mis padres cuando les dije que quería dedicarme al estudio de estas criaturas a la edad de catorce años. Pero pasó el tiempo y fui creciendo y transformándome en un joven ambicioso, así que en cuanto terminé mi Doctorado en Biología Marina decidí independizarme, vivir por mí mismo alejado de los lujos de la casa parisina de mis padres y probar suerte en México, hábitat natural de los axolotl.
Cuando llegué a tierras mexicanas lo primero que hice fue instalarme en una pequeña casita situada en un lago próximo a la ciudad de México, alejado del mundo que conocía hasta el momento y listo para estudiar de cerca a los axolotl.
A la semana de vivir allí, una noche de luna llena, ocurrió algo que me llamó bastante la atención. Terminaba de leer un libro de mitología azteca, entonces me asomé a la ventana para contemplar el lago antes de dormir, como solía hacer a diario, lo que me sorprendió fue una señora que merodeaba por el embarcadero hablando sola, o eso parecía.
Tan rápido como pude, agarré el primer abrigo que encontré junto a la puerta y salí en busca de la anciana; en cuanto me vio aligeró el paso intentando escabullirse, pero entonces le pregunté que con quién estaba hablando, a lo que respondió que hablaba con los pequeños seres que habitaban el lago. Rápidamente supe que se refería a los axolotl y yo quería saber todo acerca de ellos.
 Me contó que una noche unos pescadores se adentraron en el lago y jamás nadie supo más de ellos, excepto la señora Anastasia que no podía olvidar a su hijo perdido y cada noche esperaba ante el embarcadero a que algo sucediera, y así fue. Una de esas noches el agua comenzó a ponerse algo turbia y emergió desde las profundidades un axolotl, pero éste era diferente a todos los que se habían visto por el lugar, era capaz de comunicarse con ella, era su propio hijo.
Quedé totalmente trastornado al oír esto, pero había más, mucho más, los axolotl habían evolucionado de manera increíble durante un par de décadas, hasta el punto de tener su propio universo marino en lo más profundo del lago.

Obviamente nadie puede saber nada de esto o me tomarían por loco, por lo pronto aquella noche seguí durmiendo y a la mañana siguiente comenzaría a escribir esta historia.

Las aventuras de Alicia en el país de las Maravillas

Lorina, la hermana de Alicia, escucha atenta, como siempre, otra de sus muchas historias, a lo que
está acostumbrada desde pequeña.

-Alicia, tengo mucho que estudiar, no puedo entretenerme escuchando tus fantasías.

-Pero esta vez es verdad, lo he soñado.

-Es lo que me dices siempre, pero no te creo, llevas toda la vida entreteniéndome, yo también tengo cosas que hacer.

-Nunca me escuchas.

Alicia fue a contárselo a su madre, ya que Lorina no la escuchaba. 

Su madre le dijo que los sueños a veces se hacen realidad, pero los suyos eran imposibles.

Alicia se dio cuenta de lo que su madre le dijo y desde entonces empezó a pensar de otra forma.

Desde otro punto de vista

Hoy, al fin el sueño de Jacob se volvía realidad. Iba a ser tripulante del Rachel, ballenero capitaneado por su padre, Gárdiner. Siempre había soñado con aquel día. Se imaginaba bellas criaturas y seres en lo que él creía que era el mar: un lugar perfecto. Pero sobretodo, soñaba con encontrar a la ballena que aplastó el brazo derecho de su padre, a la que tanto odio le tenía. Éste le contaba historias de sus viajes, adecuándolos, eso sí, a su edad. Y es que Jacob cumplió 12 años la semana pasada. Insignificante para algunos, pero él se consideraba bastante mayor y dependiente.

En el navío rara vez se veía una cara nueva. Por tanto, Jacob conocía a casi todos los tripulantes del barco, al menos de vista. Entre todos, destacaban Henry, James, Isaac y Alyx, la arponera del barco. Pocas naves tienen una mujer de arponera, pero esta se había ganado el puesto a pulso. Era la arponera con más talento que Gárdiner jamás había conocido. Isaac, al contrario, era el más inofensivo de todos. Además de ser el cocinero, entretenía con su buen ánimo y sus malos chistes. Henry era puro músculo, pero siempre tenía buena voluntad. James pasaba el mayor tiempo con Gárdiner, guiándolo y asistiéndole con todas las decisiones que debía tomar.Todos ellos trataban a Jacob como si fuera parte de su familia, lo cuidaban y se preocupaban de él.

Gárdiner  no quería poner mucha presión sobre su hijo, pero Jacob insistía cada vez mas en hacer él las tareas. Cuando su padre no miraba, se esforzaba en ayudar en todo lo que podía.

Un día, divisaron una ballena en el horizonte. Prepararon una de las balsas con provisiones, y al momento zarparon. Más sobraba un tripulante, un polizón. Jacob se coló mientras nadie vigilaba la balsa. Al principio, todos estaban furiosos, pero le dieron un poco de tregua. Alcanzaron a la ballena, con un ritmo medio pero continuo. Jacob quiso lanzar el arpón, pero no le dejaron. Alyx se dispuso a lanzar el arma, pero Jacob, jugando como un niño inocente, se tropezó con ella. El disparo fué certero, pero no mortífero. La lancha fue remolcada por el cetáceo cientos de millas. Demasiado rápido para el Rachel, el cual se quedó atrás. Gárdiner quedó destrozado al comprobar que habían perdido la balsa en el horizonte. Habían perdido a varios de sus mejores hombres, entre ellos Alyx y Henry. Pero, sobretodo, estaba de los nervios por la pérdida de su propio hijo. En un intento desesperado por mantener la velocidad, tiraron por la borda parte de las provisiones, aunque no fue suficiente.

En la cabeza del capitán no había sitio para otra cosa que no fuera su extraviado hijo. Durante varias semanas, continuaron con su búsqueda, pero sin ningún resultado. Se cruzaron con otra nave, el Pequod, pero afirmaron no haberlos visto.

Mientras tanto, la balsa seguía a la deriva. Todos habían ya perdido la esperanza, menos Jacob, que creía en su padre. Un día de los incontables que pasaron a la deriva, se cruzaron con otra nave que los recogió, el Alice. Para pagarse el pasaje, debían realizar las tareas, pero tenían alimento y cobijo. La tripulación del Alice eran gente ruda, mercenarios en el mar. Sólo les importaba el dinero y menospreciaban a Jacob y los demás.

Pasó el tiempo, e incluso Gárdiner perdió la esperanza en encontrar a su hijo. Pero para los extraviados, el tiempo no había pasado en vano. Pensaron en amotinarse y tomar el barco por la fuerza. Un día como otro cualquiera, Jacob, con su apariencia infantil, entró en la cocina. Envenenó la cena, sin ser visto y sin atraer sospechas y dejaron que con el paso del tiempo, los marineros fueran cayendo. Llegó el punto en el que eran mayoría, y tomaron el barco por la fuerza. De inmediato, se dirigieron al puerto del cual el Rachel partió.

Por otro lado, el Rachel volvía a tierra, con mucha tripulación menos de la que esperaban en el puerto. Volvían, no por el fin de la temporada, sino porque Gárdiner no estaba en condiciones de continuar su labor de capitán. Durante mucho tiempo, sólo comió lo indispensable, maltratando mucho su salud. Al llegar a puerto, muchos se ofrecieron a llevarlo a su casa, pero fue solo. Cual fue su sorpresa al descubrir que su hijo llevaba días en la casa, esperándole impacientemente. La tripulación que quedó a la deriva junto a él le cuidaron para que no le faltara nada hasta que su padre llegara. Gárdiner no se lo podía creer, y se desmayó de la emoción. Cuando volvió en si, Jacob le contó lo que ocurrió, y tanto él como su padre se prometieron no volver a ponerse en peligro.

Continuación del libro Alicia en el país de las maravillas

Continuación del libro Alicia en el país de las maravillas
Tras aquella merienda la cual su hermana le mando tras llevarse mucho tiempo durmiendo, Alicia pensó si eso había sido solo un sueño. No acababa de explicárselo, parecía muy real, demasiado para ser solo un sueño. Así que tras esas preguntas no resueltas decidió ir a la madriguera del conejo la cual ella cayó, y desgraciadamente para ella no había ningún foso por el cual ella se precipitó en aquel extraño sueño.

Al día siguiente, después de llevarse toda la noche pensando en aquel maravilloso país, decidió volver a mirar, no fuese que hubiese otros caminos los cuales ella no había mirado, por desgracia tampoco tuvo suerte suerte. Al salir de la madriguera encontró unas pisadas de conejo bastante extrañas para ser de un conejo normal, lo que hizo que Alicia empezase a buscar alrededor por alrededor de donde había encontrado las pisadas, y si por fin encontró al conejo, pero no era aquel conejo era uno bastante obeso, parecía mas un perro que un conejo. Ese día y el siguiente Alicia estuvo muy angustiada, ella estaba completamente segura de que eso no había sido un sueño.
Tras varios días de teorías las cuales no obtenía respuesta decidió dejarlo todo a un lado, salió al jardín se tumbo en la orilla de la ribera del río Támesis, tras estar tumbada toda la tarde allí, después de fallar su teoría más probable decidió por fin abandonar, y en el momento que el que desencamino la andada, le pareció pisar un bulto en medio de todo el campo, algo que le pareció muy extraño. Después de haber sentido tal bulto, cavo en aquel lugar y encontró un botón el cual ella no sabía para que servía.

-servirá para poner en marcha lo que riega el césped – dijose Alicia a ella misma.

Al poco tiempo de estar sentada en el sillón de su casa, cayo en la cuenta de que aquel botón podría abrir ese gran agujero que se situaba en la madriguera del conejo, la cual era la entrada al mundo de las maravillas. Dicho y hecho fue lo más rápido que pudo hacia la madriguera y por fin consiguió abrir aquel foso de manera muy extraña.

¿Y si cuando saltó no hay nada abajo? – se preguntó Alicia – a lo mejor los palos y hojas secas que había la otra vez estaban porque ellos sabían que iba a bajar.

Alicia se quedo pensando un momento y al final decidió saltar.

Ahora que lo pienso, el conejo blanco subió la otra vez – se dijo Alicia, que era muy contradictoria – por lo cual a la hora de bajar tendría que haber algo para que él no se hiciese daño.

Dicho y hecho se lanzó directa a aquel oscuro orificio. Un cuarto de hora tardo en ver por fin aquel montón de palos y de hojas secas que le harían protegerse del impacto. Pero el plan no le salió como ella esperaba, el país de las maravillas no es lo que pareció ser aquella vez, además que los guardias de la Reina de corazones le estaban allí esperando. Varias horas después llegaron al palacio de la Reina. Alicia se encontró con la Reina la cual le dijo:

-¿Te creías que te iba a olvidarme de aquel juicio?, ¡Yo dije que te ejecutaran y desapareciste de repente! ¡Fuera de aquí, que le corten la cabeza!

Los guardias hablaron con el verdugo y visto la hora que era decidieron que la joven fuese ejecutado al día siguiente a primera hora. Lo que causó que la llevaran al calabozo donde se encontraban todos los que conoció en el antiguo viaje. El sombrerero, el lirón, la liebre de marzo, el conejo blanco, incluso el gato de Cheshire. Más tarde Alicia cayo en la cuenta de que Cheshire (que era como apodaba al gato) tenía poderes de desaparecer y reaparecer a voluntad, lo cual Alicia y el resto de compañeros trazaron un plan en plena noche.

Al día siguiente Alicia se encontraba andando hacía donde sería su muerte. Alicia posó su cabeza en el tronco donde la decapitarían, el verdugo pronunció unas palabras a Alicia antes de que se recogiese el pelo. El verdugo levanto el hacha y lo lanzó a la cabeza de la Reina sin darle. La Reina no comprendía lo que ocurría, y la solución era que el sombrerero se hizo pasar por verdugo, mientras que el gato estaba abriendo las celdas para que los demás pudiesen escapar. El gato pudo salir de su celda porque, aparte de poder desaparecer y reaparecer, también podía teletransportarse unos cuantos metros de distancia. Todos salieron ilesos de allí Alicia la que más. Una vez llegados a la guarida donde se esconderían todos, Alicia preguntó que quien fue la que le llevo a su mundo la otra vez.

-¡Yo! – se escucho una voz inimitable, era Cheshire – fui yo te vi en peligro y decidí llevarte de vuelta a tu mundo.

Alicia se le agradeció a todos, y ellos también a Alicia por hacer que fuesen de nuevo una gran familia. Alicia se despidió y volvió a su mundo, llevada por Cheshire por supuesto. Y al llegar a su mundo le dijo a él:

-¡Cheshire, espera! Si alguna vez tenéis problema con la Reina no dudes en avisarme ¿de acuerdo?
  
-¡De acuerdo! – contestó el gato con gran vocerío

Y transparentándose poco a poco desapareció. Alicia estaba muy feliz de saber que el país de las maravillas existía de verdad. Así que muy contenta volvió a casa y fue a contárselo a su hermana, la cual creía que era imaginación suya. Alicia la ignoró y siguió viviendo feliz por el resto de los días, haciendo cada fin de semana una visita a ese hermoso lugar llamado El País de las Maravillas.

CONTINUACIÓN DEL LIBRO " Estudio De Escarlata "

Al día siguiente de evaluar el caso, del doble asesinato de Enoch Drebber  y Joseph Stangerson. Llamaron a la puerta de Sherlock Holmes entorno a las nueve de la mañana, aquella persona insistía bastante en que le abrieran la puerta, como no era John Watson que esta vez gritaba desde la entrada del domicilio.


- ¡ Señor Holmes ! ¡ Señor Holmes !

- Buenos días Watson ¿que te sucede ?  - preguntó desde el balcón de su casa.

- Hay un problema con el caso ¿ me podría abrir para contárselo ?

- Si, perdóname ahora mismo bajo.


Sherlock bajó hacia la entrada le abrió la puerta a John, este esta vestido con unos zapatos elegantes azul marino, sus pantalones son negro azabache y poseía una gabardina beige. 
Estos mantenían una disputa sobre el caso y uno de los eslabones sueltos del caso que les seguía resistiendo sin resolver. 

- Holmes te habló del nombre que descubrimos en aquella sala tan poca iluminada, ¿ te acuerdas? 

- Si me acuerdo Rachel, en aquella pared le faltaba la l. Todo manchado de sangre, no se como no se me ha pasado por la cabeza ese detalle ¿ porque le faltaba esa letra? ¿que sucedió ? ...


Watson ya se había adelantado a eso, por primera vez en el caso del asesinato. Pues le costaba adaptarse a las palabras y decisiones del S.Holmes. Averiguó que Rachel era una antigua amante de E. Drebber y esta se habitaba al norte de Londres, en la calle Piccadilly.


Los dos se desplazaron a esta calle, por casualidad Rachel estaba en la entrada a su domicilio y Holmes consiguió una foto de ella, vestida de mujer humilde y pobre. Nos presentamos como es debidamente y  les hicimos varias preguntas sobre su relación con su amante Drebber ya fallecido, nos respondió : 

-Mi nombre lo escribió él porque decía que esa sala  oscura era su habitación de los recuerdos y si os fijasteis bien posee un baúl con todos los recuerdos desde su infancia hasta hace dos semanas que es cuando murió.

- ¿ y la sangre ? - preguntó Watson con cara de confusión.

- Seguramente será sangre de algunos de sus animales que tenía en un cortijo a las afueras de la ciudad.


Al acabar el día tan movido, Holmes y Watson se separaron cada uno a su casa hasta el día siguiente para empezar con otro caso que tenían entre manos, pero antes de todo Holmes dijo: 

-Nunca me cansaré de darle vueltas y mas vueltas a mi imaginación.

                                                              - FIN-    


miércoles, 30 de octubre de 2013

Continuación de Yerma

(Yerma decide pedirle ayuda a su primer amor, Víctor)

Yerma:

Víctor, ayúdame por favor, necesito tu ayuda (Gritando)

Víctor:

¿Que sucede, a que se debe tanto alboroto?

Yerma:

He hecho una cosa espantosa, por favor, acompáñame y vayámonos de este odioso pueblo de una vez por todas.

Víctor:

¿Qué ha pasado? ¿Qué es eso tan espantoso que has hecho?

Yerma:

He matado a mi marido, no podía aguantar mas y menos después de lo que me ha dicho.

Víctor: (Impactado y un poco asustado la esconde en su casa)

Cómo que has matado a tu marido. ¿Qué es lo que ha pasado para que haya hecho eso y que te dijo para que tu reaccionases así?

Yerma:

Estábamos discutiendo sobre mi problema, sobre que yo quería ser madre, quería poder tener hijos y hacerlo aun más feliz, pero el solo me dijo eso: Yo no quiero tener hijos, solo son una carga.
Entonces muy decepcionada e indignada me lancé hacia el y lo exstrangulé hasta su muerte.

Víctor: (Muy serio y decidido)

Vamos, cogeré lo que mas podamos necesitar, ropa, dinero, comida y nos iremos de este pueblo, pero antes hemos de ir a tu casa ha mirar si alguien a encontrado el cuerpo de Juan, si no lo han visto lo enterraremos, cogeremos tu ropa y nos marcharemos para no volver nunca.

Yerma: (Sorprendida por la decisión de Víctor)

Vale te  ayudaré para coger las cosas necesarias. (Minutos mas tarde y con una pala en mano) Vamos a mi casa a mirar. (Llegaron a la casa) Bien, nadie a encontrado el cuerpo de Juan, entrare y lo sacare para enterrarlo.

Víctor:

¡No!, entrare yo. (Habiendo entra en la sala) Lo cogeré de los brazos y lo sacare, Yerma suelta la maleta y cógelo de los pies.
(Habiendo sacado el cuerpo, se ponen a cavar un agujero)

Yerma:

Bien ya hemos terminado, cógelo de las manos y yo de los pies. Venga (balanceando el cuerpo) una, dos y tres !Ya¡ (El cuerpo cae en el agujero)  y empiezan a echarle arena encima) Echare también mi anillo, así cuando se den cuenta y los desentierren sabrán quien ha sido.

Víctor: (Habiendo enterrado el cuerpo)

Venga coge esas palas y marchémonos, cuando lleguemos al siguiente pueblo venderemos las palas, ya que no nos serán útiles, aunque no nos den mucho por ellas.

Yerma:

Víctor muchas gracias por ayudarme, quisiera decirte que si no hubiese sido por mi promesa, habría estado contigo, pero ante todo soy fiel.

Víctor:

No pasa nada, se que habrías preferido estar con migo, pero ahora eso no es lo mas importante, marchémonos de este pueblo.

(Años mas tarde, Yerma y Víctor viven juntos, muy pero que muy lejos de su antiguo pueblo, Víctor trabaja en el campo y Yerma es costurera, la mejor del pueblo.. El 10 de Noviembre de 1974 Víctor y Yerma mueren en un incendio el cual es provocado por un niño el cuál tiene la edad que tendría el hijo de Yerma si hubiese sido fértil, lo mejor de toda esta historia es que el niño era idéntico a Juan)

FIN


Continuación de "El retrato de Dorian Gray".

"Dorian, como pudiste...". Lord Henry no paraba de repetírselo. A él mismo, al mundo, a cualquier movimiento de aire.
-Cualquiera de la más larga de las bellezas es efímera, querido Dorian -le hablaba al cuerpo inmóvil-. Tú has sido una de las más codiciadas musas... más que cualquiera de la antigüedad. Has sido musa artística para Basil, y vital para mi literatura oral. Me gustaría que hubieras vivido eternamente, para que los amantes de la belleza y el placer, como yo, pudieran estudiarte. Pero te convertiste en tan horrible criatura siendo tan bello... Empiezo a pensar que todas las mujeres bellas que he conocido, me podrían hacer lo mismo a mí. Me haces sentir miedo, curiosidad, asco, repugnancia, atracción, y memorias, querido amigo. En el fondo no cambiaste, sigues siendo alguien completamente sorprendente, aunque tus músculos estén flácidos y tus labios fríos. 
He pedido que me hagan un retrato, Dorian. He ido al teatro y he probado a enamorarme... o a encontrar a alguien que quiera enamorarse de mí. Alguien que quiera salvar a este viejo poeta de bastón, de la hecatombe, alguien que me ayude a no escribir teorías sobre la soledad o sobre cuánto es mejor morir a vivir. Pero no hubo suerte, sólo encontré unas pocas de mujeres con exuberantes sombreros, que cada día son más feas, gordas y maleducadas. Ya sólo me quieren los asesinos y los amigos de tercera.
Todas y cada una de las palabras que dije, que te dije, Dorian, las tengo marcadas en la mente. No quiero hablar más de lo que ya hablé. 
Querido Dorian, la belleza es algo tan superficial como interior. Los que tienen belleza física, son afortunados. Los que la tienen interior, son agradecidos. Usted, amigo, fue un poco de todo.
Después de terminar su monólogo, Lord Henry se dedicó a pasar el tiempo, a leer y a acicalarse el blanco y tupido bigote. El 29 de Octubre de ese mismo año, falleció. Dejando todo lo material y espiritual que le componía, en su sillón de cuero. En el que solía fumar.

Continuación "El ultimo crimen de Pompeya"

Los minutos parecían siglos. Nunca acababa ese incómodo momento. ¿Cómo iba a conseguir que Popea me perdonara? Eso no lo sabía, lo que sí era seguro es que no podía ni imaginar lo que sería mi vida sin ella. En cualquier caso, tenía que seguir adelante. Después de analizar la situación, el silencio se fracturó.

   -Ya hemos llegado- dijo Popea molesta.
   -¿Vienes conmigo?- Pregunté intentando relajar el ambiente.
   -No.
Preferí dejarlo estar, e ir solo. Fui corriendo como alma que lleva el diablo y entré. Era una sala bastante amplia, llena de luminosidad, color y brillantez. Pude observar a una mujer rubia con ojos azules. Sostenía en la mano un teléfono, y en la otra un bolígrafo, con el que parecía estar tomando nota de lo que le decía la voz del móvil. Me acerqué intentando molestar lo menos posible, y le hice señas a la muchacha para que me señalara donde estaba Bolarín. 

   -Subiendo las escaleras, la segunda puerta a la derecha- Me indicó con voz baja. Le di las gracias, me apresuré y llamé a la puerta. Asomé el ojo para ver si había alguien.

   -¡Pasa Peralta, pasa!- Dijo Bolarín mientras engullía un bollo.
   -¿Quería verme?
   -Sí, tengo que hablar contigo urgentemente- decía mientras me escupía trozos de su comida- Me han pedido que mande a alguien para trabajar en una expedición. Les dije que tenía que consultarlo, y he pensado en que seas tú. Me ha gustado mucho como has llevado esta, y sería una gran oportunidad para brillar. ¿Qué me dices?
No podía creer lo que me estaba diciendo. ¡Mi primer trabajo de verdad!
   -Claro que sí Bolarín. Es un gran detalle por su parte. Muchas gracias.
   -No me des las gracias Peralta, te lo has ganado tú mismo. Espero que lo disfrutes y que te vaya bien.
Le estreché la mano con cara de fatuo, y salí apresurado para darle la noticia a Popea.
   -...- Popea no estaba ahí. Inmediatamente cogí el teléfono y la llamé.
   -Pop, ¿donde estás?
   -Estoy en El Luise.
   -¡Tengo que contarte una cosa grandiosa!
   -Ahora mismo no tengo ganas de hablar contigo, Chema. 
   -Por favor Pop, escúchame. Nos vemos en El Luise en cinco minutos, ¿de acuerdo?
Que me colgara fue la interpretación que tomé por un sí.

A los cinco minutos llegué, y busqué con la mirada a Popea. Estaba sentada en la misma mesa de siempre. Me arrimé y cogí asiento.
   -No sabes lo que me ha pasado. 
   -¿Es tan importante?- Dijo Popea sin mirarme.
   -Sí. ¿Puedes hacerme caso?- Seguía sin inmutarse.
Se estaba acabando mi paciencia. Entendía su enfado, pero eso de no querer hablarme no lo entendía.
Le cogí de la cabeza, para que me mirase, y le dije:
   -Bolarín me ha dado un trabajo como jefe de expedición en Pompeya. Me ofrece un buen sueldo, y condiciones muy agradables. Quiero quedarme aquí, empezar de nuevo, y ser feliz, pero no puedo conseguirlo sin tí. 
Se le saltaron las lágrimas y me besó. 
   -Supongo que eso es un sí- Dije sonriendo.
   -Por supuesto que sí, tonto. Pero no quiero que me mientas nunca más. ¿Me lo prometes?

Una sonrisa dice más que mil palabras. El corazón me latía a mil. Era la persona más feliz del mundo. Había conoseguido mi sueño: trabajar de arqueólogo, tener una buena mujer y sobre todo, conseguir la felicidad que de pequeño tanto me costó conseguir. Ahora todo era diferente. Al fín comenzaba mi vida, la vida de José María Peralta Guerrero.





 









 

Bodas de Sangre

Cuadro III
 (Acaba el funeral.)

MADRE
(A las vecinas.)
Miradla por fin sufre. Ya está empezando a sentir y a vivir la dura y cruel realidad.

(Salen.)

NOVIA
Y ahora... Ahora que hago. ¡Estoy sola! (Llora y cae al suelo.) Malditas mis ganas de vivir un romance de pasión, misterios y aventuras. 

(Aparece un vecino.)

VECINO
¿Necesita ayuda? (Le tiende la mano.)

NOVIA
¡No! (Se aleja.) No quiero, no quiero... Esto es lo que me merezco. (Le aparta la mirada.)

VECINO
No ha podido hacer usted algo tan grave. Déjeme que le auxilie.

NOVIA
Sí que lo he hecho. Por mi culpa dos hombres honrados han muerto. (Llora con fuerza.)

VECINO
Tranquilízate. Dame la mano y explícamelo todo.
NOVIA
(Se levanta con su ayuda.) No tienes por qué escuchar mi trágica historia. Olvídalo. (Esta sale corriendo.)


Cuadro IV

(Han pasado varios meses y la NOVIA aún sigue llorando y encerrada en su habitación.)

CRIADA
(Sube a la habitación.) María Luisa no puedes seguir así. Llevas meses encerrada en este dormitorio.

NOVIA
(Le da la espalda.) Este es el castigo a mi adulterio.

CRIADA
(Va a abrazarla.) Cariño, debes superarlo. ¿Quieres ayudarme a cocinar la cena?

NOVIA
 No.

CRIADA
Anímate. Alegra esa cara. Hazlo por mí.

NOVIA
De verdad, no se me apetece. (Mira a la CRIADA.) Bueno, vale, pero porque tú para mí eres la madre que siempre me faltó.  

CRIADA

¡Vamos! (Sonríe.) ¿Qué quiere usted hoy para cenar?


NOVIA

¿Qué te parece arroz blanco?

CRIADA

Perfecto. Empecemos.

(Cocinan.)

NOVIA

(Lo prueba.) Delicioso. Voy a llamar a padre.


(Los tres comen juntos.) 


NOVIA
Ya es hora de que me vaya a reposar. Buenas noches.

Cuadro IV

CRIADA
 María Luisa, baja qu estan buscándote.

NOVIA

Ya voy. ¿Quién será?

 (Entran MUCHACHA 1ª y MUCHACHA 2ª.) (La NOVIA se sorprende al verlas.)

MUCHAHAS

Buenos días.

MUCHACHA 1ª

¿Queríamos visitar a nuestra amiga? Que hace mucho tiempo que no hablamos con ella. (Sonríe.)

NOVIA
 (Las abraza fuertemente.) Lo siento, por apartaros por el tema de la boda. Y ahora ustedes estáis aquí acompañandome. Es muy bonito lo que estáis haciendo.

MUCHACHA 2ª
Es un honor.  ¿Quieres dar un paseo?

NOVIA
Esa idea es muy buena. Pero lo siento no me merezco ver la luz del día.

MUCHACHA 1ª
No digas eso. Es verdad que algunas cosas las has hecho mal. Pero todas las personas nos equivocamos alguna vez.

NOVIA
Ya... Pero es que mi fallo, no es como otro cualquiera. Por mi culpa han muerto dos hombres. (Llora.)

MUCHACHA 1ª
 No seas así. No llores. Estamos aquí para ayudarte a superarlo para que lo olvides.

NOVIA
Nunca podré olvidar este sentimiento que me corroe por dentro. Iros. (Se van con rapidez.)
 
(Esta se dirige a su aposento y empieza llorar de nuevo.)
 
NOVIA 
Este es mi destino, este y sólo este. No podré aliviar mi dolor sino es así...
 
(A la mañana siguiente.)
 
CRIADA
(Con precupación sube.) (Grita.) ¡Está muerta, está muerta!

(NOVIA muerta en el suelo y un gran charco de sangre a su alrededor.)

TELÓN

















































Continuación de La leyenda del Cid

Días tras la muerte del Cid, Jimena andaba recaída, lloraba lloraba y no paraba. 
Un mes después consiguió superarlo y decidió que debía de pasar pagina y buscarse a otro hombre, pues esta estaba sola y no tenia apoyo, las hijas cuando se casaron con los príncipes se fueron de la ciudad y se quedó sala.

Un mes después Jimena venia del mercado de hacer la compra y se tropezó,  con un joven y apuesto rey, alto, robusto, guapo, moreno y muy amable, llamado Arturo, las bolsas salieron rodando y la comida salió disparada cada una por un lado. El se diculpó

Arturo
-Disculpe, soy un torpe, dejeme ayudarle.

Jimena
No, no pasa nada, me distraje yo ajustando la cuenta

Jimena
-Permiteme ayudarle a una joven ta bella como usted

Arturo
-Vale, esta bien, gracias

(mientras recogían la compra del suelo)

Arturo
-A todo esto ¿como se llama?

Jimena
(sonrojada) -Yo Jimena ¿y usted?

Arturo
- Yo soy Arturo, encantado.

Estos empezaron a mantener una conversación y se cayeron bien, habían quedado días después.
A los pocos días, el hombre se presenta en casa de ella y empiecen a hablar sobre sus vidas, una vez contada las historias el se emociona con la de ella y viceversa. Siguieron quedando algunos que otros días. Poco a poco fueron conociéndose mas y este se declaró ante ella. El no aceptó un no por respuesta y comenzaron a ser pareja. Meses después estos se casaron, y empezaron a vivir juntos. Con el paso del tiempo ella fue reina, tenían un palacio lujoso, donde por supuesto vivieron también sus hijas y suegros, y esta familia vivieron felices y comieron perdices. Fin.