-- QUIÉN me iba a decir que Pauline Bernardette y yo llegaríamos a ser las mismísima subordinadas de Satán, y más extraño aún, quién me iba a decir que El Pesado era Satán:
Todo comenzó una tarde en la que me topé con un señor que decía haber visto un hombre extraño con ropas antiguas y un extraña cruz al revés que le colgaba del cuello reflejado en el riachuelo que se encontraba en el counvent, pero eso no era todo, también decía que le había preguntado por Pauline Bernardette y su vaca, yo. En ese mismo instante un escalofrío me recorrió todo el cuerpo, igual que el que me dio cuando estuve cerca de La Vache qui Rit por primera vez.
-- Hija mía, no deberías hacerle caso a este señor pues puede que esté un poco trastornado-- dijo El Pesado.-- Debo contárselo a Pauline Bernardette-- exclamé para mis adentros. Acto seguido corrí hacia el huerto de zanahorias, pero no estaba, fui a la biblioteca, pero allí tampoco estaba, busqué por todo el counvent pero no la encontraba por ningún lado.
--Puede que esté en el riachuelo, hija mía-- dijo El Pesado.
Y sí, una vez más había dado con la clave.
-- ¡Pauline! ¿Sabes de lo que me he enterado?-- pregunté -- Sí -- respondió fría y sutilmente, con la mirada perdida en el fondo del sonoro riachuelo -- Era Satán, me ha revelado toda la verdad, tu no eres una vaca tonta, y ese tal pesado es el, que te ha estado poniendo pruebas para prepararte para el día del juicio, yo soy su mano derecha y he estado observándote todo este tiempo, y en efecto estas preparada para ofrecerle tus sevicios-- aclaró Pauline Bernardette-- Y por qué debería yo de creerme eso -- dije con pasotismo -- Observa la cruz al revés que tienes tatuada con sangre en tu lomo izquierdo, vaca asquerosa -- dijo mirándome con los ojos enrrojezidos-- ¡Oh, tienes razón! ¿Cómo ha aparecido? No me lo puedo creer, pero debe de ser verdad todo eso que estás diciendo como si no iba yo a tener ese tatuaje ahí.-- Dije finalmente.
No tuve otro remedio que rendirme ante la oposición de Pauline Bernardette. Pero cuando menos me lo esperé, en un abrir y cerrar de ojos estaba en una pequeña sala que había en un gran castillo, arrodillada ante él, Satán, no había duda, estaba a sus servicios.
-- Reconoces mi voz, hija mía-- dijo Satán haciéndose el interesante-- Sí, eres El Pesado sino me equivoco--dije sin dudarlo un segundo-- Jajajajaja, en efecto, ahora estás a mis servicios y tu único trabajo será cuidar mi guarida mientras yo combato en el día del juicio, si consigues mantenerla segura tendrás su correspondiente recompensa.-- dicho esto se marchó.
Allí estaba yo, sola en la pequeña sala del gran castillo, sin saber que hacer sin nadie que me de consejos, totalmente aburrida. En aquel mismo momento comencé a escribir y a retocar aquel pequeño episodio de esta segunda parte de mi historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario