(Quitando la parte en la que Alicia vuelve con su hermana)
Mientras tanto Irene.
Irene, la hermana mayor de Alicia, se levantó para ir a dar una vuelta y estirar las piernas. "Me duele todo el cuerpo de llevar tanto tiempo sentada" pensó mientra se ponía de pie. "Voy a ir a tomarme un café, me hace mucha falta." En la blanca cafetería en la que se encontraba había cuadros de cartas. La reina de corazones salía representada como una mujer real con una gran corona. De hecho todas las cartas parecían personas.
- ¿Qué desea tomar? -Preguntó la camarera muy amablemente.
- Un cortado por favor.
Irene se sentía a gusto en esa pequeña cafetería. Era muy tranquila y le quitaba un poco de todo el estrés que llevaba encima desde la semana pasada. Se paró a pensar en su pequeña hermana Alicia, la quería muchísimo y de hecho muchas veces le había salvado el pellejo. Mientras pensaba en ella le salía una suave sonrisa. "No quiero separarme de ella nunca más" pensó, "no me iré más tanto tiempo fuera. Ella me necesita y yo a ella más." Irene había estado estudiando en París el año anterior y no había visto a su hermana en los trescientos sesenta y cinco días que abarcaba todo el periodo. Se habían echado mucho de menos pero se habían estado llamando todas las semanas. Desde que Alicia tubo el accidente Irene se dio cuenta que no quería separarse de ella nunca más.
El café le sentó muy bien. Después de tomárselo se había quedado mirando el fondo de la taza durante bastante tiempo. Es curioso, los restos que habían quedado del líquido parecían hacer unas orejas de conejo. Es cierto que Irene tenía muchísima imaginación y que de cualquier cosa podía sacar una imagen. Decidió ir al edificio de al lado y subir a la planta décima. Algo le llevaba allí. Era un enorme bloque blanco. Entre los pasillos había muchísima gente vestida también con trajes albos. Había armonía y cierto miedo en el ambiente. Irene quería ir subiendo por las escaleras. Aunque quería llegar a aquel piso pronto, también quería no llegar nunca. Subía los escalones pausadamente. "Pum, pum" el ruido de los pasos al ascender le retumbaba en los oídos. "Voy a ir antes al baño" pensó Irene. Giró a la derecha y entró en el pequeño servicio. Quedó mirando su imagen en el espejo y a continuación se echó un poco de agua sobre la cara. "Hay que seguir subiendo. Vamos allá, con fuerza". Ya iba por el noveno piso. Mientras caminaba no paraba de mirar a la gente de su alrededor. Los observaba con tristeza. Irene iba encaminándose hacia la habitación 102. Abrió la puerta y entró en un pequeño pasillo. Al terminar el pasillo se sentó en un incómodo sillón marrón. Enfrente de él una cama y a su lado un hombre vestido de blanco.
- ¿Ha hecho algún movimiento doctor? -le preguntó Irene al hombre que había a su lado.
- Aún no. Alicia todavía sigue en coma, no ha habido ningún cambio en ella.
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