Habían pasado ya cinco años desde la muerte de Velázquez cuando me casé con la mejor mujer que pisó España. Hoy, día 24 de Mayo es nuestro aniversario, hace ya 38 años que me casé con mi difunta esposa Maribárbola y hace poco, nuestro único hijo barón ha cumplido 20 años. Y es que Don Acedo sabía en todo momento lo que decía, y ahora me doy cuenta de que siempre quiso lo mejor para mi cuando me aconsejó que me casara con ella y, decir tengo, que mejor no ha pudo irme.
Aún recuerdo mis aventuras en mis años de mozo. Siento día a día cada experiencia que con Don Diego compartí, mi llegada a palacio, mi encuentro con Nerval y su extraña conducta, la muerte de mi maestro y amigo y su querida esposa, la que fue mi "madre" durante el tiempo que viví en la Casa del Tesoro...
No dejo pasar un día sin acordarme de las insólitas palabras que Nerval pronunció dirigiéndose a mi, y poco a poco, los años me van ayudando a descifrar el acertijo, y es que tengo 58 años y soy la persona más vieja de Palacio aunque me pese. Quizás salga realmente el último del cuadro, quizás veré morir a todos los seres queridos que en él estaban.
Tuve una mala época a lo largo de mi tiempo casado y siendo padre de familia, las obligaciones y los años se me echaban encima. No podía hacerme a la idea de seguir viviendo. Maribárbola murió hace cuatro meses, dejándome solo a cargo de mi hijo el cual tuvo alguna enfermedad a la que hoy en día se le llama síndrome de Down pero que por aquel entonces era desconocida.
En cuanto pude, siento decir, que me deshice de él y lo deje a cargo de una buena mujer a la que contrate.
Cuando me suelo sentir mal siempre iba a un viejo barranco que da al bravo río que pasa por las cercanías de Madrid. Fue allí, entonces, cuando me lancé río abajo tratando por todos los medios deshacerme de la triste vida que tuve desde entonces.
Solo recuerdo encontrarme en el barco que me llevó a España y en el que conocí a Acedo. Recuerdo que hubo un incidente y empezó a hundirse el barco. Esforzándome un poco más en recordar el extraño sueño que tuve puedo ver en mi mente como nos precipitábamos al fondo del mar, nadé como un pez buscando una salida posible pero solo encontraba los cuerpos sin vida de mis acompañantes. Entonces, en uno de los camarotes se encontraba Nerval, pero era diferente, como si su cara estuviera desfigurada y con nitidez.
-Entraste el último y saldrás el último pero jamás tuviste en cuenta quién soy.
En ese momento desperté y me encontraba en mi cama, en la habitación silenciosa y oscura donde acostumbraba a dormir con ella.
Me levanté, aún tenía el pelo mojado, me senté en la cama mientras alborotaba el poco pelo que quedaba en mi cabeza, en ese momento me di cuenta de quién era realmente Nerval y de que era inmortal. Me eché a llorar, yo no quería vivir eternamente, ¿qué clase de tortura es esa? Veré nacer y morir a las mismas personas, perderé a las pocas que me quedan y me veré solo en el mundo.
Poco a poco empecé a darme cuenta de que mi rostro dejó de envejecer, y ciertamente fue algo que me alivió bastante. Cada día que pasaba me hacía más joven e iba olvidando y aprendiendo ciertas cosas, pero mi memoria nunca falló.
Hoy tengo unos seis años y es posible que mañana se me olvide como escribir, dentro de una semana aproximadamente no sabré andar y a la siguiente dejaré de hablar y de masticar y de respirar. A lo mejor, sea lo que sea Nerval, cambió de opinión y ya no me quiere aquí. A pesar de todo siempre recordaré todo lo que he contado porque lo he vivido y lo vivido nunca se olvida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario