–¿Estás segura que quieres ver esto –me preguntó El Pesado.
Tampoco estaba seguro de querer verlo así que me fui. Cuando comencé a oír lloros y lamentos supe que ya había llegado su hora. Pauline Bernardette se había convertido en mi antigua criadora.
Estuve mucho tiempo cabizbaja, se podían contar por meses, estaba muy delgada, comía poco y ademas ya no aportaba nada al convento de modo que me echaron. En ese momento El Pesado volvió a aparecer.
–¿Qué piensas hacer? –me dijo.
–Lo mismo te iba a preguntar yo –le respondí.
–¿No pensaras en regresar a Balanzategui, verdad?
–¿Tenemos otra opción? –le dije.
Durante unos minutos estuvimos debatiendo el lugar al que iríamos, pero definitivamente, yo quería ir a Balanzategui y como el dueño de mi cuerpo soy yo y no ella, al final nos encaminamos hacia allí. Mientras andaba me acordaba de todo lo que había vivido allí y me surgían varias preguntas, ¿Seguiría Gafas Verdes viviendo en aquel molino?¿Habrá regresado La Vache también?¿Quién estará a cargo de Balanzategui ahora?. Definitivamente tenía que ir a Balanzategui, no podía quitarme esas preguntas de la cabeza. A medida que iba andando, me iba haciendo esas preguntas con más frecuencia cada vez, y cuando quise darme cuenta ya había anochecido y El Pesado llevaba rato diciéndomelo.
–Perdón, ¿Qué querías Pesado? –le pregunte una vez me retomé.
–Digo que ya ha anochecido –me contestó–. Deberíamos buscar alguna cueva o algo donde refugiarnos
Dicho y hecho me puse en busca de una cuevas. Un par de minutos después di con una que casualmente se parecía mucho a la de donde vivían esos jabalíes con los que se fue La Vache. Un momento, era esa misma, de manera que otra gran pregunta me surgió en la cabeza, ¿Seguirá viviendo La Vache aquí?, si no fuese el caso, ¿Dónde estaría ahora?. Ya era muy tarde, y no estaba por la labor de pensar de forma que me eche en el suelo de aquella cómoda cueva y me dormí.
A la mañana siguiente, me desperté por un ruido que parecía ser de un animal, yo pensaba que eran los jabalíes que querían que saliera de la cueva pero cuando salí de la cueva me percaté de que un pequeño osezno estaba rodeado por una jauría de coyotes. En ese momento mi instinto me dijo que fuese a ayudarlo, no me dio tiempo a reaccionar y ya había alejado a los coyotes tras pegarle una cornada a uno de ellos. El osezno seguía vivo pero ahora me preguntaba donde estaba su madre.
–¿Dónde está tu madre –le pregunté sin recibir respuestas.
–Vamos déjalo, su madre va a aparecer en cualquier momento y te vas a meter en problemas –me dijo El Pesado.
–¿Dónde está tu madre –le volví a preguntar.
–No lo sé, me he perdido –respondió el osezno con voz tímida y al momento rompió a llorar.
Aunque El Pesado opinaba lo contrario, no podía dejar a aquel osezno allí solo, los coyotes podrían regresar, así que sin pensármelo dos veces monte al pequeño oso en mi lomo y fuimos en busca de su madre.
–¿Cómo te llamas, pequeñín? –le pregunté.
–Me llamo Tom –me contestó un poco más tranquilo–. aunque todos mis amigos me dicen Peque porque soy el más pequeño de ellos.
Esa contestación me sobresaltó un poco, donde el osezno vivía, vivían más familias de osos. Podrían atacarme al llegar, de modo que debía de andar con cuidado.
Después de varias horas de caminata de escuchó un ruido a lo lejos, a medida que nos acercábamos al lugar yo iba reconociendo aquel ruido, sin duda había sido un disparo. Nos acercamos hasta tal punto que se empezaron a oír a unas personas. Nos escondimos detrás de unos árboles y observé la situación.
–Maldito oso, casi nos mata –dijo uno de los cazadores
–Sí pero, ¿has visto que tiro le he pegado? –le preguntó el otro cazador
–Sí, ¿Cuánto crees que nos darán por su pelaje?
–Lo suficiente –le respondió
De repente el pequeño osezno que estaba sobre mi lomo comenzó a llorar y en ese momento entendí lo que ocurría. Aquel oso, resultaba ser su madre. Como decía el osezno comenzó a llorar y los cazadores nos oyeron, así que tuve que echar a correr y huir de aquel lugar. Una vez ya alejado lo suficiente me pregunte a mi mismo, ¿ahora donde lo llevo?. El Pesado me recordó lo que me dijo sobre el oso, "Dejémoslo aquí, te vas a meter en problemas". Obviamente no me dijo eso exactamente pero él solo me recordó la parte que me perjudicaba.
Poco después de ir andando, el osezno se bajo corriendo de mi lomo y se metió entre el bosque, yo le seguí hasta que me di cuenta de que había encontrado su refugio. Nadie sabe que le reparará el futuro de modo que no me queda otra que vivir en el presente, y mi presente ahora es regresar a Balanzategui una vez todo esto ha pasado.
–¿Dónde está tu madre –le pregunté sin recibir respuestas.
–Vamos déjalo, su madre va a aparecer en cualquier momento y te vas a meter en problemas –me dijo El Pesado.
–¿Dónde está tu madre –le volví a preguntar.
–No lo sé, me he perdido –respondió el osezno con voz tímida y al momento rompió a llorar.
Aunque El Pesado opinaba lo contrario, no podía dejar a aquel osezno allí solo, los coyotes podrían regresar, así que sin pensármelo dos veces monte al pequeño oso en mi lomo y fuimos en busca de su madre.
–¿Cómo te llamas, pequeñín? –le pregunté.
–Me llamo Tom –me contestó un poco más tranquilo–. aunque todos mis amigos me dicen Peque porque soy el más pequeño de ellos.
Esa contestación me sobresaltó un poco, donde el osezno vivía, vivían más familias de osos. Podrían atacarme al llegar, de modo que debía de andar con cuidado.
Después de varias horas de caminata de escuchó un ruido a lo lejos, a medida que nos acercábamos al lugar yo iba reconociendo aquel ruido, sin duda había sido un disparo. Nos acercamos hasta tal punto que se empezaron a oír a unas personas. Nos escondimos detrás de unos árboles y observé la situación.
–Maldito oso, casi nos mata –dijo uno de los cazadores
–Sí pero, ¿has visto que tiro le he pegado? –le preguntó el otro cazador
–Sí, ¿Cuánto crees que nos darán por su pelaje?
–Lo suficiente –le respondió
De repente el pequeño osezno que estaba sobre mi lomo comenzó a llorar y en ese momento entendí lo que ocurría. Aquel oso, resultaba ser su madre. Como decía el osezno comenzó a llorar y los cazadores nos oyeron, así que tuve que echar a correr y huir de aquel lugar. Una vez ya alejado lo suficiente me pregunte a mi mismo, ¿ahora donde lo llevo?. El Pesado me recordó lo que me dijo sobre el oso, "Dejémoslo aquí, te vas a meter en problemas". Obviamente no me dijo eso exactamente pero él solo me recordó la parte que me perjudicaba.
Poco después de ir andando, el osezno se bajo corriendo de mi lomo y se metió entre el bosque, yo le seguí hasta que me di cuenta de que había encontrado su refugio. Nadie sabe que le reparará el futuro de modo que no me queda otra que vivir en el presente, y mi presente ahora es regresar a Balanzategui una vez todo esto ha pasado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario