Tras la muerte del novio y de Leonardo, la novia quedó muerta en vida de la pena que le suponía perderlos. Ya nada tenía sentido para ella.
Novia: ¡Ay, qué será de mi ahora! -exclamó con exaltada rabia. Si una pobre vieja es incapaz de acabar con mi vida, algo he de hacer yo...
Criada: Tranquila, mi querida niña, no todo es el mal. En la colina, frente al pueblo, vive un mozo de buena familia. Deberías hacer un esfuerzo por conocerle, y verás como no serás disgustada.
Novia: Agradezco de corazón vuestras palabras, pero no creo que ese mozo me haga salir de esta pena.
Criada: Allá usted. Simplemente le informo, mas no soy quien para intervenir en tus relaciones amorosas.
Novia: Comprendo su postura, pero, comprenda usted la mía. Las dos personas que más amaba ahora se encuentran descansando en absoluto silencio. Dígame usted: ¿valió la pena enzarzarse en esa lucha? ¿eh? ¿valió la pena acabar con dos almas en la flor de la vida, dejando tras de sí a una muchacha enamorada? Yo creo que no. Nada de esto valió la más mínima pena.
Criada: Le entiendo, mi niña. Debe estar pasándolo realmente mal. Pero, verás como todo esto se va desvaneciendo poco a poco conforme avanza el tiempo.
Novia: Lo dudo seriamente. -dijo apenada y entre abundantes lágrimas.
Criada: Estas palabras te las digo por experiencia, hazme caso.
Novia: (Tras reflexionarlo detenidamente, le hace esta propuesta a la señora criada...) -¿Sería usted tan amable de proporcionarme una jeringuilla? -Tras pronunciar estas palabras, rompió a llorar desconsoladamente.
Criada: Desconozco su objetivo, así que, sintiéndolo mucho, no podré ayudarle. No deseo lo más mínimo ser cómplice de algo por lo que seré recordada en la posteridad.
Novia: (Tras oír a la criada, abandona la escena y se dirige al médico de la aldea.) -Buenas tardes, señor.¿Tendría usted una jeringuilla para esta moza desesperada?
Médico: Por supuesto, señorita. Voy a por ella.- (El médico le hace entrega a la novia de una jeringuilla, la cual es agarrada con fuerza por esta).
Novia: Muchas gracias. De verdad que es usted conocedor del bien que me acaba de hacer.
Habían transcurrido 2 días desde que el novio y Leonardo perdieran la vida en la disputa a muerte que ambos llevaron a cabo. La novia se dirige al cementerio y se sienta, apenada, frente a la tumba de Leonardo.
Novia: Desafortunadamente no me queda otra opción. Leonardo, estoy segura de que esto que voy a hacer no te parecería mal si fueras consciente.
Tras este comentario, la novia se dispone a abrir la tumba. Una vez abierta, saca de su bolsillo la jeringuilla y le extrae unas gotas de sangre de Leonardo. No aún satisfecha con esto, le da un apasionante beso en los labios y, a continuación, cierra la tumba.
Se dirige ahora a la tumba del novio. La destapa, y como con Leonardo, le extrae varias gotitas y se guarda la jeringuilla. La cierra.
Novia: Ahora sí, por fin, estaremos juntos los tres para siempre.- (Comenzó a llorar, y, de repente, ve sus lágrimas reflejadas en la hoja de un cuchillo.) -¡Oh trágico destino! ¡Que harás de mi lo mismo que a mis dos amados!
Agarró fuertemente la jeringuilla, y casi sin fuerzas, se inyectó el contenido en sus venas. Ahora, su sangre estaría para siempre junto a la de Leonardo y la del novio. A continuación cogió el cuchillo...
Novia: ¡Pronto estaremos más juntos que nunca! (Hundió la afilada hoja en su pecho...)
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